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Es muy cierto que siempre estamos hablando de la tormenta que está cayendo o de lo que vendrá después de la tormenta, pero casi nunca hablamos de la gente que se moja por llegar un sitio seco. En estos años vengo observando cómo muchos giennenses deciden plantar cara a la adversidad y luchar. Vecinos que apuestan por su tierra y deciden emprender nuevos negocios, abanderar demandas vecinales, hacer patria chica en causas que algunos no saben ni que existían.

Es sin duda esta patrulla de valientes la que están haciendo que cada día sea más palpable algo que es muy necesario en nuestro Jaén, amor propio. Si esta ciudad padecía de algo era de desinterés por los temas comunes, y ya no hablemos de los temas políticos. Solo hay que coger un periódico para ver cómo algunos movimientos vecinales se lanzan a las trincheras defendiendo a sus vecinos, pidiendo mejoras y aportando soluciones, soluciones que no están llegando de donde deberían.

Empresarios que cada día levantan su persiana y su mayor temor es pensar que nuevo problema les aportará la Administración Pública que debería apoyarles, y aun así la levantan. Si no fuera por ellos está claro que de Jaén no quedaría ni la “n”. Por eso quisiera aprovechar esta ventanita para animar a esos luchadores a que sigan trabajando bajo esta capa de grisácea neblina que la cruda realidad extiende sobre ellos, que sepan que ellos son inspiración y ánimo para otros vecinos. No hay duda de que esta ciudad no levantará cabeza hasta que no sean mayoría, pero no hay duda que ese coraje que portan está sembrado y empieza a florecer.

 

 

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