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La reciente publicación de los datos de endeudamiento total, público y privado, de la economía española, relativos al segundo trimestre de este año, ha alcanzado 2.94 billones de euros, lo que supone el 251.3% del Producto Interior Bruto. De ese total, 1.65 billones corresponden a las deudas contraídas por hogares  y empresas, mientras que el resto, 1.29 billones, representa el montante total de la Deuda Pública. Por otro lado, no ha sido uniforme la variación de estos datos en el sector privado, pues mientras que las familias reducían su posición deudora en un 0.5%, las empresas la han  incrementado un 4% debido al masivo recurso a las líneas ICO que han alcanzado 100.000 millones de euros

La lectura de estas cifras sugiere  algunas reflexiones que, de alguna forma, son el resultado de la situación que estamos atravesando y de las reacciones y medidas que cada estrato de la población está tomando como respuesta a la misma. Así, destaca la evolución del ahorro privado de las familias al situarse, a final de julio, en 876.300 millones de euros, un 7.22% superior respecto al mismo mes del año anterior, como consecuencia de la reducción de los gastos en ocio y restauración, de la disminución de proyectos y reformas en los hogares, y de la incertidumbre  laboral y económica que genera este prolongado período de crisis. No ha tenido el mismo comportamiento el ahorro de las sociedades no financieras, que ha experimentado una caída en consonancia con la falta de ingresos por la paralización de la actividad económica de algunos meses de este año.

Por otro lado, el  buen comportamiento del ahorro de las familias y la reducción de su endeudamiento, ha permitido que su riqueza neta haya escalado un 4.69% pese a  las pérdidas experimentadas por los activos financieros, que ha incidido contundentemente en el precio de los mismos. Así el índice del IBEX 35, que a final del 2019 se situaba en 9.700 puntos, bajó el 16 de marzo hasta los 6.107 enteros, aunque en este momento se ha recuperado hasta los 6.927 al cierre del martes.

Sin embargo no son optimistas las perspectivas que tanto el FMI como el propio Banco de España pronostican para la economía española. Si el primero señalaba a España como uno de los países desarrollados como más pasivo, urgiéndonos a impulsar reestructuraciones para reducir ese elevado endeudamiento, el BE alerta que, al final de año, la mitad de las empresas estarán en pérdidas, y, a todo esto, lo más complicado es que no sabemos cuándo podemos dar por terminadas las secuelas derivadas de esta  crisis.

En consecuencia debemos esperar que el recrudecimiento de la pandemia que estamos observando en las últimas semanas no deteriore más el tejido productivo y que las ayudas que nos depararan nuestros socios europeos sirvan para  fortalecer el consumo y la inversión y permitan la recuperación del tono positivo de nuestra economía.

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