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Si los bancos suspiran por una próxima subida de los tipos de interés que alivie las estrecheces de sus márgenes por intereses, no menos lo están deseando, desde hace tiempo, los ahorradores en busca de la rentabilidad de sus remanentes. La política monetaria impuesta por el BCE para paliar los efectos devastadores de la crisis económica basada, entre otras medidas, en los bajísimos niveles de los tipos de interés, cuya permanencia todavía no acaba de definirse claramente, ha provocado que la retribución del ahorro en su versión tradicional, es decir, en los depósitos a plazo, no supere, en el mejor de los casos, la cota del 0.10%.

Las alternativas ofrecidas por las entidades financieras para retener esos raudales de capital, se han centrado en diseñar otro tipo de productos, en los que quizás se ha cuidado de eludir la complejidad de otro tipo de inversiones para facilitar la fácil compresión de los clientes y facilitar su rápida comercialización. Me estoy refiriendo obviamente a los FONDOS DE INVERSIÓN que, por su naturaleza, pueden ser contratados en innumerables combinaciones dimanantes de tres ramas principales: RENTA FIJA Y MONETARIOS, RENTA VARIABLE O MIXTOS.

Sin embargo si en la diversidad de los fondos que se comercializan el acierto del diseño resulta impecable  no lo es tanto en la principal característica deseada por los inversores. Me refiero a la obtención de aquella rentabilidad segura y adecuada para sus excedentes, que, ni siquiera la alcanzan los mal denominados garantizados. No es de extrañar, por tanto, que según los últimos datos conocidos, los depósitos de los hogares contabilizados en las entidades financieras españolas al mes de febrero se estén incrementando  paulatinamente, alcanzando ya los 811.600 millones de euros, lo que supone un incremento interanual de 59.500 millones de euros, que representa el 5.98%, y, todo esto, a pesar de que la rentabilidad media a que se retribuyen estos depósitos no alcanza, como  hemos señalado anteriormente, el 0.10%.

Para mayor abundamiento conviene aclarar que este aumento de las disponibilidades líquidas de las  familias españolas, no es el resultado de un incremento del ahorro sino que su fuente es el  trasvase que se está produciendo desde la fondos de inversión debido a la faltas de expectativas de rentabilidad o, como en numerosos casos, a la pérdida del valor efectivo de sus colocaciones en este tipo de inversión. Así, en el mes de marzo, se ha producido un traspaso desde los fondos a los depósitos de 2.338 millones de euros. 

En cualquier caso las pírricas retribuciones finales, tanto de los fondos como de los depósitos, están deparando a los inversores efectos indeseados y el más inmediato es la pérdida de capacidad adquisitiva de sus remanentes teniendo en cuenta que los últimos datos de inflación se han situado en el pasado mes de marzo en el 1.3% y, lo que es más preocupante, que nadie se atreve ahora a fijar una fecha en la que se pueda iniciar una subida de los tipos de interés que palíe este desequilibrio.

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