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En el pasado mes de marzo se celebró el Día Mundial del Agua con el objetivo de que la población mundial sea consciente de que este es un bien escaso, vital para nuestra supervivencia y la del planeta, que no valoramos suficientemente en los países más desarrollados, pero que condiciona y limita el progreso social y económico de esa inmensa bolsa de desfavorecidos que no tienen acceso directo a su utilización,  impidiendo que 2.300 millones de personas no tengan un abastecimiento al agua potable de calidad aceptable y que 4.200 millones carezcan de una adecuada infraestructura sanitaria con el riesgo de que estas cifras aumenten considerablemente con el previsto crecimiento de la población mundial para el año 2050, estimado entre un 22% y un 34%.

El informe  emitido por la ONU avisa de que en 2030 la demanda de agua superará la oferta y obligará a un gasto extra a los gobiernos de 136.000 millones de euros anuales. Por otro lado, hay que añadir que las precipitaciones en algunas partes del universo están mostrando unas reducciones preocupantes que aceleran las consecuencias limitativas del progreso socio-económico del planeta. Así mismo, a la dependencia que tienen del agua ciertos sectores productivos como la agricultura (según la FAO producir un kilo de cereal requiere el uso de 1.000 litros de agua), ganadería,… y, en general, muchas industrias de todo tipo, hay que sumar la que están ya consumiendo las nuevas sociedades tecnológicas, pues el hardware que utilizan exige procesar enormes cantidades de esas moléculas de hidrógeno y oxígeno. Todo ello sin olvidar al sector energético, ya que la práctica totalidad de los procesos de generación de energía, extracción de materias primas, refrigeración de plantas termoeléctricas, etc., requieren de grandes volúmenes de agua.

Y una referencia más, ya que de acuerdo con los cálculos de Toby Messier, Consejero Delegado de Aquantix, “las  empresas actuales utilizan unas 700 veces más agua dulce al año que petróleo. Al precio actual del crudo -alrededor de 70 dólares el barril- esto significa que si las organizaciones se vieran obligadas a desembolsar 0,10 dólares, o una cantidad superior, por barril de agua, les costaría tanto o más que el oro negro”.  No olvidemos que solamente el 0,5% del agua del mundo es potable y que su uso, como hemos señalado, aumenta a un ritmo que amenaza con acelerar el cambio climático.

Por todas estas razones, desde AQUAE FUNDACION se señala que “debemos concienciarnos de hacer un uso eficiente del agua porque favorecerá la reducción de los gases efecto invernadero, limitando el calentamiento global a 1.5 C especialmente si tenemos en cuenta que el aumento del nivel del mar y el detrimento de los glaciares son posiblemente dos de las consecuencias del “global warming” que mejor especifican la relación entre el agua y el cambio climático, pero que no son las únicas ya que, según los científicos, “esta relación provocará una variabilidad o modificación de los recursos hídricos”. Por el contrario un uso responsable del agua coadyuvará a lograr el equilibrio necesario para seguir haciendo  posible la vida de todos los seres vivos.

Foto: FUNDACIÓN AQUAE

 

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