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La Política Monetaria es una rama de la política económica que usa la cantidad de dinero en circulación como variable para controlar y mantener la estabilidad económica. En ella se incluye la facultad de la autoridad monetaria referida al mercado del dinero para modificar su volumen o el tipo de interés oficial de referencia. Cuando se aplica para aumentar la cantidad de efectivo se le denomina política monetaria expansiva y, por el contrario, cuando se trata de reducirla, política monetaria restrictiva.

Los objetivos básicos de la política monetaria se centran en torno a los siguientes puntos: estabilidad del valor del dinero (contención de los precios, es decir, prevención y control de la inflación en el entorno del 2%); incremento de la tasa de crecimiento económico, conseguir el pleno empleo o su nivel más elevado, y evitar desequilibrios permanentes en la balanza de pagos en base al mantenimiento de un cambio estable.

Sin embargo los escasos resultados obtenidos por las medidas monetarias, implementadas tras la crisis de 2008, no han conseguido,  hasta diciembre de 2019, los objetivos más importantes previstos, a pesar de expandir el dinero en circulación por diversos  conductos y mantener los tipos de interés en el entorno de cero o, incluso, negativo. Ni el objetivo de crecimiento económico ha alcanzado el nivel deseado (1.4% en la UE y 1.2% en la zona euro), ni la pujanza del consumo se ha visto potenciada por estas medidas, como demuestra que la tasa de inflación  en la UE apenas alcanzara el 1.45%. Y, por otro lado, las secuelas  derivadas de esta nueva crisis, demandan a los bancos centrales del mundo una nueva enunciación de la política monetaria en orden a modificar los tradicionales paradigmas que, hasta ahora, han sido  utilizados en coyunturas críticas como la que estamos padeciendo, como  corroboraba The Economist, en su edición de días pasados, “la pandemia marca el inicio de una nueva era que nos exige modificar los paradigmas”.  En cualquier caso es necesario reconocer, como manifiesta Alicia García, de Bruegel, “la respuesta fiscal y monetaria ha sido mucho más rápida y contundente que en anteriores recesiones” y, por otra parte, esta coyuntura nos ha dejado varias lecciones aprendidas.

En consecuencia, la decisión de la FED de EEUU, el banco central de aquel país, de flexibilizar sus dos objetivos estatuarios, el control de la inflación y el pleno empleo, significa “permitir una mayor holgura interpretativa en la consecución del objetivo de estabilidad de los precios, flexibilizando la sujeción al 2% impuesta hasta ahora, con el propósito de dar mayor prioridad al objetivo del pleno empleo”. En esa línea se ha pronunciado Philip Lane, economista jefe del BCE, “la Entidad está dispuesta a ajustar  sus instrumentos según proceda y a hacer más si es necesario”. Y , así mismo, la reciente aprobación de la UE del fondo de recuperación, ha removido los cimientos fiscales derribando el Rubicón inexpugnable de las emisiones de deuda mutualizada, lo que, sin duda, será decisivo para superar esta crisis. Por otra parte, Kristalina Georgiera, Directora Gerente del FMI, coincide en la misma dirección al asegurar que “el objetivo esencial, al menos por ahora, debe centrarse en salir de la crisis y, aunque no oirán al FMI decir GASTEN, ahora sí es necesario hacerlo tanto como puedan.” 

Imagen: BBVA.com

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