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Firmas InvitadasJosé Luis Marín Weil

¿Qué pasó con…?

By septiembre 6, 2016abril 6th, 2022No Comments

   Venía desde la Avenida Ruiz Jiménez en dirección al Gran Eje, que es el nombre artístico con el que se conoce en Jaén a la Avenida de Andalucía. Por acortar camino quise atravesar la Plaza de los Perfumes. Hacerlo se puede llegar a convertir en cuestión laberíntica según por donde se haga merced a los semáforos y paso de cebra existente sumado a la dirección de los vehículos según suban desde Renfe o salgan del aparcamiento subterráneo.

  La Plaza de los Perfumes y su entorno es una muestra de la metamorfosis de la capital a lo largo de una década. Un túnel que conecta el Gran Eje con Ruiz Jiménez. Un nuevo Museo que lleva precisamente una década queriendo ver la luz casi a pellizcos. Un aparcamiento subterráneo y un parque infantil que aprovecha para los niños un espacio que de otra forma a lo mejor estaría muerto.

 Un camino que hice mil y una veces a lo largo de mi infancia y adolescencia al ir y volver de Maristas. Los tiempos han transformado la imagen de todo aquello que ahora sólo perdura en mi memoria.

 Y estando allí, intentando atravesar en dirección al Gran Eje, pisando las vías del tranvía que no va a ninguna parte, recordé algo que tampoco existe ya en aquel sitio: la escultura de una W gigantesca.

 A aquella escultura, que ya no está allí, desde el primer día le tuve cierta simpatía. La razón no es otra que en este Jaén en el que vivimos no somos muchos los que tengamos un apellido que empiece por W y a que todos, a veces,  resulte impronunciable.

 Y esa escultura apareció en aquel lugar en medio de una oleada artística de finales de los noventa o inicios del nuevo milenio que llevó al Ayuntamiento de Jaén a diseminar desde la Plaza de San Francisco hasta la Plaza de Jaén por la Paz esculturas voluminosas, algunas de ellas de dudoso gusto y extraño significado, ubicadas en contados espacios de Jaén. Unas flechas, la silueta de una cerradura, un entramado de hierros entre los que la palabra Cultura se encadenaba frente al Hotel Condestable y quizás la que fuera más celebérrima por lo que con ella sucedió: aquella que en la Plaza de San Francisco incluía en su formato una obra del recientemente desaparecido David Padilla y que de la noche a la mañana fue pasto de la chatarra por un descuido, una falta de previsión y cierta dejadez.

  El berrinche que el bueno de David Padilla agarró, fue sonoro en su tiempo. De aquella famosa W no he vuelto a saber nada, ignoro si se encuentra reubicada dentro de nuestro urbanismo y se me viene a la memoria el nombre de aquel espacio que en Canal Sur a mediados de los noventa presentaba Consuelo Berlanga: ¿Qué pasó con…?

 

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