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Lo dicho, la COVID-19 parece que ha venido con la intención de quedarse, y en esta segunda oleada sus efectos en la provincia, por lo menos en algunas localidades, empiezan a ser preocupantes y urge la actuación inmediata para tratar de frenar sus efectos. Hay poblaciones pequeñas que empiezan a estar angustiadas y lo mismo le ocurre a la ciudad de Linares que hoy alcanza una tasa de contagio de 714 por cada 100.000 habitantes, cuando la tasa media provincial se encuentra en 202,8 y la de la ciudad de Jaén en 161. Sin embargo hay casos llamativos como son las localidades de Canena (1.314), Jamilena (1.214), Jabalquinto (1.128), Lahiguera (1.111), Los Villares (848), Pegalajar (616) y Lopera (600), con otras poblaciones que vienen detrás acelerando el paso con sus niveles. Parece seguro que el Consejo de Gobierno de la Junta va a adoptar mañana mismo, al menos para estas zonas señaladas, medidas restrictivas. Por el momento no está encima de la mesa o eso parece, la declaración del estado de alarma y un nuevo confinamiento general, pero si no se actúa con diligencia y de forma severa, los próximos meses pueden ser muy desagradables y desde luego la Navidad que nos espera no invita al optimismo, todo hace indicar que en esta ocasión va a ser muy diferente.

No será porque no nos han advertido de que el poder de la transmisión estaba en nuestras propias manos, en la responsabilidad de cada uno, pero en la mayoría de los casos se ha hecho una apuesta por la normalidad, por convivir con la situación adversa, sin regatear comidas y celebraciones familiares, primeras comuniones, bodas, botellones…Los políticos para quedar bien casi siempre dicen que la ciudadanía tiene una conducta ejemplar, pero también mienten en eso. Es verdad que hay una gran cantidad de gente que observa las normas y que ha tenido durante toda la pandemia responsabilidad plena, pero ha habido en la otra parte mucha relajación y lo que empezamos a vivir hace varias semanas no es sino la consecuencia de todo un verano y hasta el día de hoy donde la pandemia sigue siendo de obligada conversación, pero de la observancia de las normas establecidas hemos pasado unos cuantos pueblos, sálvese quien pueda certificar lo contrario.

En los últimos días, durante la presencia en Jaén del presidente de la Junta, Juanma Moreno, ya anunció que lamentablemente había que adoptar decisiones nada agradables. Hay que hacerlo, y para nada hay que dejarse llevar por criterios políticos, sino exclusivamente sanitarios. En todo esto proceso es sabido que algunos pueblos se han resistido a aparecer en el ranking de los desafortunados, de la misma manera que la Junta huye de la utilización de medidas drásticas por la misma razón, el coste político. Ya vamos tarde, con permiso de los negacionistas para los que no está pasando absolutamente nada, las autoridades sanitarias nos deben empezar a poner las cosas más difíciles, si no lo hemos entendido por las buenas, a lo mejor lo podemos hacer ahora con disposiciones más duras, que ciertamente se podrían haber evitado. Pero…    

De todos los casos señalados es exponencial la situación de Linares, una ciudad con muchas fortalezas, con gente maravillosa, pero que en los últimos tiempos está padeciendo dificultades de todo tipo. Es la pandemia la que ahora plantea una especie de picosis colectiva que cuanto antes hay que desterrar, pero no es menos importante el devenir político, siempre pendiente de las decisiones de los gobiernos que tanto daño han hecho, tal vez sin desearlo, a los intereses locales. En tiempos ya pasados la Junta de Andalucía, regida por el PSOE, quiso hacer de Linares y de Santana Motor un espacio de prosperidad y se quedó en un fracaso que empobreció a una población que merecía otra suerte. Los linarenses, en las últimas elecciones autonómicas, determinaron con sus votos que accediera a la Alcaldía, tras una coalición de partidos, el cabeza de lista de Ciudadanos, Raúl Caro-Accino, un gran linarense, que desde instancias como la Cámara de Comercio local, era un observador de primera fila de un Linares agonizante, con todo lo que había sido en tiempos pasados.

Caro entró en política para cambiar Linares, pero me temo que ya ha tenido tiempo de darse cuenta de que no se ven los toros desde la barrera lo mismo que desde los tendidos. El mismo regidor, ha tenido que salir al ruedo, molesto, indignado, a lamentar que la Junta, en la que confiaba que fuera colaboradora necesaria en la gestión, le ha fallado estrepitosamente, porque en las primeras actuaciones anunciadas para la ITI, al parecer se les ha olvidado Linares. Qué mal ha sentado. Unos lo expresan con claridad, otros y otras lo hacen con recato para no herir al partido al que pertenecen. La disciplina, primero.

En un principio, hace unos años, Linares estuvo a punto de ser la beneficiaria exclusiva del programa ITI, y ahora ni aparece, la verdad es que tiene sentido que el alcalde dé un puñetazo en la mesa. Tampoco el presidente de la Junta se ha dejado ver por la ciudad minera, como había prometido y mientras, el PP local, con Ángeles Isac como teniente de alcalde, corresponsable de la gestón y portavoz de su grupo, política de amplia y enriquecedora trayectoria, trata de salvar a los “suyos”, y trabajo le cuesta porque los linarenses necesitan como Santo Tomás ver para creer, la plataforma ciudadana “Todos a una por Linares”, que es vigía permanente desde hace unos años y que ha demostrado su valor en la defensa de los intereses locales, ha salido al paso de todas estas circunstancias recordando los incumplimientos del actual gobierno andaluz para con la ciudad y denunciando “abandono” sobre algunos de los proyectos comprometidos en campaña. Lo siento por Linares, ciudad a la que por muchas razones tengo un gran afecto, porque la política, antes ni ahora le están haciendo justicia ni ofreciendo el apoyo que esta ciudad necesita para avanzar y encarar el futuro.   

Foto: Raúl Caro-Accino, alcalde de Linares (Ciudadanos)  

 

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