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He de empezar por decir que nunca he pertenecido al club de fans del señor Pedro Sánchez. Desde su incursión en la primera fila de la política activa ha dado motivos para la desconfianza. Sus escasas expectativas electorales eran una consecuencia de su estado de credibilidad dentro y fuera de su propio partido, aunque ahora todo el mundo parezca cerrar filas como si aquí nunca hubiera pasado nada. Ya se sabe lo que suele suceder en el ámbito de los partidos políticos, el poder une y la oposición separa, y si no que se lo pregunten a los que han sido gerifaltes del PP, que andan ahora en una comprometida situación como pollos sin cabeza. Por lo que se refiere a la moción de censura, es incontestable que el momento era extremadamente delicado para los populares, y en especial para Mariano Rajoy, tras la contundente sentencia del caso Gürtel, pero coincido con otras muchas opiniones que se han expresado en los últimos días en que la posición de Sánchez es de una enorme debilidad por la suma de apoyos que ha recibido, algunos en las antípodas de los discursos que ha venido haciendo el líder socialista, por tanto entiendo que la gestión del panorama político resultante es una enorme complejidad e imposible satisfacer las presiones no ya de Podemos, que va a estar combatiendo desde el primer momento, sino de la amalgama tan dispar de grupos como sumaron su apoyo a la moción de censura. Ojalá me equivoque si esto se traduce en normalidad y gobernabilidad, que por encima de todo primen los intereses de los españoles. Pero la propia configuración, el ‘totum revolutum’, deja poco margen a la esperanza.

Donde sí me ha sorprendido Pedro Sánchez, y en este caso favorablemente, ha sido en la composición de su nuevo gobierno, que considero, en términos generales de un alto nivel, basta con repasar la biografía de las personas elegidas, algunas con anterior trayectoria política. Es relativamente normal que la oposición esté aprovechando las redes sociales para arremeter contra el presidente y su nuevo ejecutivo, pero yo expreso lo que siento como ciudadano normal, equidistante de un lado como de otro, y no estoy en absoluto de acuerdo con las opiniones que tratan de devaluar un gabinete que en conjunto tiene un perfil que es de los mejores entre los más recientes, por supuesto considero inaceptables y ridículas, por ser generoso, las afirmaciones del portavoz popular, Rafael Hernando, que ha dicho en la COPE que “Pedro Sánchez exhibe sin pudor su harén particular en el Consejo de Ministros que ahora habría que llamar Consejo de Ministras o Aquelarre de Sabihondas”, según acabo de leer no con asombro, porque es inherente al personaje.

Los enemigos y adversarios se van a hartar de emitir mensajes, que si postureo, que si populismo, que si demagogia, pero lo que molesta en realidad es que un señor que parecía llamado a hacer una faena de aliño, meter a un grupo de amiguetes para formar un gobierno para unos cuantos meses, haya sido capaz de plantear un equipo pensado y repensado, con buen tino tanto en las áreas como en las personas, puede que con algún fichaje un tanto extravagante, pero en la variedad está el gusto. Más aún, creo que este momento inicial de la presentación de los miembros (miembras mejor, que diría alguien) del Gobierno es una coyuntura y lo que ha de valorar la ciudadanía, el pueblo español en su conjunto, es si las ministras y los ministros sirven, son eficaces y atienden los problemas del país, únicamente eso es lo importante, por encima del currículum y de la trayectoria de cada cual, que tampoco es excesivamente decisivo, de hecho ha habido gobiernos con nombres muy sonoros que han sido un fracaso. 

Pedro Sánchez ha medido bien esta vez sus cálculos. Sabedor de que muy difícilmente podía llegar a la Presidencia del Gobierno a través de las urnas, si se atienden las encuestas que repetidamente se han venido publicando, ha buscado con ahínco la vía indirecta, y la Justicia y el PP le han puesto en bandeja la moción de censura, que podía no haber salido, pero con Sánchez se ha aliado esta vez la suerte y de la noche a la mañana se ha encontrado con una situación que tal vez solo ha visto en sueños, desalojar a Rajoy y convertirse en el inquilino del Palacio de la Moncloa, y de paso, tomar ventaja para cuando lleguen las citas electorales, para lo cual ahora falta completar con lo verdaderamente importante, la acción de gobierno. Llegado este punto, Sánchez, bien aconsejado, sabe que no va a tener otra oportunidad y se ha puesto a trabajar en el empeño. Lejos de un gobierno de provisionalidad y de debilidad, ha optado por configurar un equipo ministerial que en principio no me parece nada radical, fuerte y desde luego en clave electoral, donde hay nombres de reconocida valía, unos militantes socialistas y otros declarados independientes, con la singularidad del significativo empoderamiento de las mujeres, un gesto sin precedentes que también parece haber molestado mucho a la parte de la población que desprecia a Sánchez, tanto que hay quienes creen que ha atentado contra la ley de igualdad, esta vez por exceso.

Creo que se trata de un enorme acierto, sobre todo porque antes que nada hay que fijarse en el perfil de las personas y las mujeres fichadas tienen todas ellas una enorme categoría en sí mismas y quien no lo entienda así, por miopía o por aversión, se lo debe hacer mirar. Hay hechos que se constatan, ni siquiera son opinables. Lo mismo hay que decir de los nuevos ministros, aunque entienda que se haya producido una especial convulsión en redes sociales respecto a Màxim Huerta, cuyo nombramiento ha sido de todo menos indiferente, y tampoco está mal que la gente use su derecho a opinar libremente como el presidente ha tenido el suyo a elegir.

Mención aparte merece el caso de Andalucía, donde a los nombres de Carmen Calvo y de María Jesús Montero, se ha unido finalmente el de Luis Planas, que fue competidor de Susana Díaz para liderar el partido en la comunidad y que va a encargarse del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Es una suerte y debiera ser otro aliado de Jaén, ya que este departamento ha de tener una especial vinculación con la provincia. Montero es de la total confianza de Susana Díaz, de la que ha sido consejera de Hacienda, en tanto que Carmen Calvo ha sido una pieza clave en el equipo de Sánchez y Luis Planas ha estado alejado de los aledaños del poder andaluz, desde que dejó las que fueron sus responsabilidades hace años. Ahora estos tres nombres son importantes para la comunidad andaluza, y en el caso de María Jesús Montero, porque Andalucía ha estado demandando al Gobierno de Rajoy una nueva financiación que a ella corresponde ahora gestionar, y veremos cómo consigue hacerlo, porque ahora es el momento de dar y no de pedir.

En definitiva, buena impresión en términos generales del gobierno que ha nombrado Pedro Sánchez y que sin duda forma parte de un plan a medio y largo plazo para tratar de resucitar a ese PSOE que tiempo atrás consiguió obtener mayorías absolutas en elecciones generales. Este momento dulce de los socialistas también le va a venir bien al PP que necesita no sé si una regeneración como pide Aznar, que amaga con volver y dudo que sea una buena noticia, pero sí al menos rearmarse en torno a un nuevo liderazgo para dar el relevo a Mariano Rajoy, cuya gestión en estos años de crisis económica se le debiera haber reconocido expresamente, aunque si se marcha es achicharrado por la corrupción que tantas carreras políticas ha truncado en este país y lo que te rondaré.

Termino como empecé, nunca he tenido excesiva fe en Pedro Sánchez, pero no le voy a desear que fracase, quiero que le vaya bien para que España no se pare, que sea capaz de tener iniciativa y no dilapidar un panorama económico que nos ha costado, no al gobierno de turno, que también, sino a todos los españoles, sangre, sudor y lágrimas. Y algo más para terminar. En las últimas fechas había un clamor general en favor de unas elecciones generales, ya. En este momento parece que no interesan a nadie, tampoco al PP, que antes tiene que organizarse internamente y hay que darle tiempo. En cuanto a Ciudadanos, que hasta hace muy poco aparecía como la fuerza emergente y tocada por el apoyo popular y creía estar en lo alto del pedestal, tengo la impresión, y no soy el único en creerlo, que los últimos episodios de la política española al menos han puesto en entredicho sus expectativas. Así es la política de cambiante. Que Dios reparta suertes.

 

 

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