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Era la hora de la democracia y tenían que hablar las urnas. Estábamos en plena transición (15 de junio de 1977, más de cuarenta años  nos separan), se había superado la muerte de Franco y había prisa por recuperar los espacios de libertad. Desde el propio sistema se organizó la UCD, que no era un partido pero que tuvo la virtualidad, y esto fue lo más ejemplar de su servicio, de hacer el tránsito desde la dictadura utilizando a personas inequívocamente en el régimen para esta tarea, que en la provincia comandó el propio gobernador civil, el granadino Enrique Martínez Cañavate, con su equipo de colaboradores. Barrió el PSOE en estas primeras elecciones democráticas, pero la diferencia con la siguiente formación, la UCD, fue solo de unos 20.000 votos. Funcionó la maquinaria del poder. Todavía, a pesar de las ansias de libertad, tenía fuerza la historia y más en una provincia tradicionalmente sumisa a los poderes, esta es una rémora de siglos. En el PSOE llegaron al Congreso y al Senado históricos de la talla de Alfonso Fernández Torres, Julián Jiménez Serrano, Juan José Contreras Guardia y Juan Zarrías Jareño, que se hicieron acompañar de socialistas más jóvenes, Juan Díaz Torres, José Manuel Pedregosa Garrido o Pedro Luis Martínez Martínez. Por UCD estaba José Antonio Simón, un ingeniero cazado contra su voluntad para abrir la lista, al que acompañaron con escaños Emilio Muñoz Ibáñez, José Ramos Manzano y Pedro Manuel Damas Rico. Todos dieron lo que pudieron, algunos se dejaron la vida en el camino, fueron todos ellos, tuvieron ese honor, miembros de las Cortes Constituyentes. Es lo que tiene ser mayor, a todos los traté, de todos guardo un recuerdo grato, nos unía un futuro de esperanza, ahora ya nos une cada vez menos con las nuevas formas de hacer política.

De aquellas elecciones quedan para la historia provincial muchos detalles, sobre todo el hecho de que las urnas le negaran representatividad a jienenses que destacaban y hacían méritos en aquel momento, como Miguel Sánchez-Cañete, que había sido presidente de la Diputación; o Antonio Trujillo, entonces un alto directivo de El Alcázar y en la presidencia de la Cámara de Comercio, una cabeza privilegiada que siempre fue; sin olvidar a Domingo Solís, al frente de ASA, al que le fallaron incluso sus cooperativas. Dos mujeres, Pilar Palazón y Manolita Palomares, despuntaron en el cartel de la coalición PSA-PSP, mientras que Felipe Alcaraz acompañaba a López Salinas en el PCE y a punto estuvieron de arañar escaño: y el entonces dinámico concejal en el Ayuntamiento de Jaén, Ángel Gómez Calle, optaba por el Partido Liberal, con una sonada decepción…en fin, hubo de todo y visto lo ocurrido con 40 años de distancia tampoco es que hayan cambiado las cosas en exceso, el PSOE conserva en buena medida su hegemonía y la entonces UCD, ya desaparecida, dio paso a lo que es hoy el PP, ambos partidos hasta hace poco en una dura confrontación y un bipartidismo fuertemente asentado, hasta la llegada de las nuevas opciones que han rebajado las expectativas de los grandes, pero no han acabado con la fórmula de las dos mayorías tradicionales.

40 años, una etapa dura y difícil, una transición modélica pero con una intrahistoria un poco menos ejemplar, pero era eso o el caos. El máximo esfuerzo corresponde a las personas que por encima de todo pelearon por conseguir la democracia a toda costa, el precio había que pagarlo. Cuarenta años después, con las luces y las sombras aquí estamos para contarlo. No ha sido una bicoca, pero todo lo que merece la pena cuesta, la democracia no iba a ser una excepción. Los primeros tiempos fueron los mejores, afloraba la ilusión, en términos generales había más integridad, hambre de cambio, gente dispuesta a servir y no a servirse. Después ha habido de todo, incluido el cáncer con metástasis de la corrupción. Nada que sea ajeno a la condición humana. En resumen, sí a la democracia. Dicho con palabras del gran Octavio Paz, sin democracia la libertad es una quimera, y una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos. Han pasado cuarenta años, echamos la vista atrás a aquellas elecciones de 1977, desde entonces se ha recorrido un largo camino, ha habido de todo, bueno, malo y regular, pero hay que sobreponerse y no resignarse, como alguien dijo al fin y al cabo los males de la democracia se pueden curar de una sola manera, con más democracia.

En fin, en 40 años hemos cambiado, ya lo creo que hemos cambiado, también para mejor. No quiero que la nostalgia nuble del todo la razón, el tiempo, la experiencia vivida, nos ha hecho recios y fuertes. Se han podido caer muchos mitos y sueños, pero la ilusión se mantiene intacta. Y me acuerdo de una optimista receta de Henry Van Dike: “”Alégrate de la vida porque ella te da la oportunidad de amar, de trabajar, de jugar y de mirar a las estrellas…”

 

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