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Javier Márquez Sánchez es otro personaje de la vida municipal, que ha estado en el primer plano de la política más cercana, el Ayuntamiento, y que se va, en parte también víctima de la “maldición” de los alcaldes, a la que él mismo se refería en la toma de posesión de Julio Millán el pasado 15 de junio. Se ha ido, lo ha hecho oficialmente hoy, en el pleno del Consistorio, porque, aunque él dice ahora que el PP no le ha obligado a dimitir como portavoz de la oposición, lo cierto es que en su día se le reclamó la renuncia en aras a un posible acuerdo con Ciudadanos, y ni él ni otros compañeros aceptaron esa consigna, esta es la razón por la que actualmente PSOE y Cs conforman el gobierno municipal, y, por cierto, contrariamente a lo que ha opinado Márquez, no se le vislumbra por ahora escaso recorrido, ya han superado pruebas de fuego importantes y el estado de salud del acuerdo para la gobernabilidad las ha resistido.

Pero volviendo a Márquez, se marcha también, no hay que dejarlo atrás, seducido por la política pura y dura, incluso la nacional, recordemos que ya ha sido senador y antes fue presidente del Consejo de Alcaldes del PP, y no hay más que seguir sus encendidos y vibrantes elogios a su ya amigo Pablo Casado, para darse cuenta de que este concejal de perfil técnico que entró en la lista de 2011 con José Enrique Fernández de Moya, para regir el área de Urbanismo, se ha ido situando poco a poco en la carrera política, y le han ayudado las circunstancias que se han dado en su propio partido. El tiempo dirá si su futuro está abierto a nuevas responsabilidades, que pudiera ser, o el Senado, escenario ideal como cementerio de los elefantes, como así se le conoce, se encarga de ponerle fin a su trayectoria política, que como mínimo podría acercarse a los quince años. Su “estrella” llegó cuando había que apostar por el liderazgo nacional en el PP y él se decantó por la opción de Casado, frente a la “oficial” del partido en Jaén que estaba entonces con María Dolores de Cospedal. Esa circunstancia cambió el escenario político en el que se movía el entonces hombre tranquilo que regía el Ayuntamiento capitalino, enfrentado con la dirección provincial, e incluso con su mentor, Fernández de Moya, que ha sido durante muchos años el líder indiscutible de la formación, íntimos amigos ambos, aunque como suele ser bastante frecuente, precisamente la política que en parte les unió se ha encargado de desunirlos y de alejarlos. 

Javier Márquez da ahora un paso adelante y encara su segunda campaña electoral para aspirar a una plaza en la Cámara Alta. Deja el Ayuntamiento, lo ha hecho hoy en un pleno en el que curiosamente se ha observado un tono de muy buenas maneras, algo que en primera instancia hay que colocar en el haber del alcalde, Julio Millán, que en este ámbito de las relaciones personales es todo un señor, y queda a mucha distancia de quienes le precedieron y protagonizaron sesiones plenarias tensas y bochornosas, incluso cuando se tenía mayoría absoluta. Ahora puede haber brusquedad y pasión en el debate, pero estoy convencido de que lo mismo que en otros aspectos tengo que criticar al regidor porque entiendo que no se aviene a razones, aunque es obvio que no tiene ninguna obligación en coincidir conmigo, porque entre otras cosas yo solo soy un simple ciudadano, eso sí, preocupado por la ciudad en la que vivo desde 46 años, me es difícil imaginar a Julio Millán montando un espectáculo en un pleno. Creo que eso también honra a la institución y ésta debe de estar siempre muy por encima de los políticos que en cada momento la representan. El caso es que hoy se han fotografiado todos juntos y esa imagen para mí tiene un enorme significado, porque quiere decir que quien lidera el Ayuntamiento no solo tiene buen fondo, también le acompaña la solvencia municipal, y su relación con el antecesor ha sido impecable de principio a fin. Como tiene que ser.

El último alcalde de la etapa PP se ha marchado emocionado y agradecido por las expresiones de reconocimiento que afirma le han llegado en los últimos días. Siempre tuve en alta estima a Javier Márquez, que ahora se apea de esa “montaña rusa” como él mismo ha calificado al menos a momentos cruciales de su responsabilidad municipal. Y fue así porque creo que tenemos como ciudadanos la obligación de ser solidarios con quienes asumen obligaciones al servicio de la comunidad, en especial en tiempos difíciles. El que fue su alcalde y amigo, Fernández de Moya, huyó y le dejó el marrón. En ese momento, Márquez no estaba aún abducido por la política, es un decir, era un profesional que se presentó en una lista por amor a Jaén y con la intención de ser útil a su ciudad. Así fue y cuando le tocó quedarse de alcalde tuvo la valentía de aceptar, a pesar de que el panorama era para salir corriendo. Ese gesto de no asustarse ante una situación tan adversa, hizo que me encariñara con este conocido abogado que hasta entonces ni se le había pasado por la imaginación hacer carrera política.

Luego, a la vista de los hechos, que debían ser incluso más graves de lo que su antecesor le había trasladado, superado por la cantidad de problemas que se le presentaban uno tras otro, estuvo a punto de dimitir para irse a su casa, pero también se sobrepuso a esa crisis tan natural y desde entonces empezó a pelear por su ciudad de la manera que pudo, con muy escasos medios, con voluntad, con cierta precariedad política, porque estuvo dependiendo todo el anterior mandato de los votos de la concejal de Vox, Salud Anguita, y de su hoy compañero del PP y colaborador en el grupo, Iván Martínez. Esta relación con los ex de Ciudadanos, se le ha criticado a ambas partes en muchas ocasiones, y además con razón, pero a veces no cabe otra sino optar por lo posible, todas las demás opciones no sumaban y en política es muy evidente que si no hay una mayoría, por mínima que sea, todo lo demás es inasumible.

¿Cómo ha sido su gestión como alcalde? Ha habido de todo, luces y sombras, destellos importantes, algunas fortalezas dignas de ser consideradas, y cómo no, una relación interminable de asuntos pendientes, unas veces porque la ruina económica no ha dado para más, y es la situación que se ha encontrado el nuevo equipo de gobierno, que puede tener muchos planes pero que tendrá que frenarse porque la realidad no admite contestación. En algunos aspectos, también le ha acompañado la mala suerte, como por ejemplo en el tema del PGOU, donde lideró un trabajo importante, el “Plan Márquez” lo llamé en su día, y finalmente, por una imprevisión de la Junta, el documento quedó anulado, todo un revés a la tarea de varios años y unas perspectivas alentadoras para la ciudad. Como consecuencia de lo anterior, otro de sus sueños, el centro comercial Jaén Plaza, se ha visto afectado en los plazos, aunque parece que por fin el nuevo Ayuntamiento está contribuyendo a acelerar todos los pasos.

Aunque sin duda el principal éxito en el mandato de Márquez ha sido la gestión económica, gracias sobre todo a que llevaba como responsable de Hacienda al excelente edil Manuel Bonilla, que por mi parte nunca le negaré el “chapó” que se ha merecido, “simplemente”, es un decir, por hacer que a los jienenses casi se nos olvidara que vivíamos en una ciudad a la que la irresponsable administración de los recursos de varias etapas de gobierno, habían hipotecado para mucho tiempo. No solucionó el problema, es evidente que ni Bonilla ni Márquez tenían una varita mágica, pero endulzaron la situación. Por desgracia el problema de fondo lo pagaremos los jienenses durante muchos años y los políticos responsables del desaguisado se habrán ido todos de rositas. Tampoco le acompañó un equipo que él había heredado y donde con Bonilla lo más sobresaliente fue tener como portavoz y primera teniente de alcalde a una mujer muy valiosa como es Reyes Chamorro, en tanto que Charo Morales de Coca movilizó a la ciudad con distintas iniciativas, al frente de Turismo y Promoción Económica, dando como resultado el triunfo de la imaginación y la apuesta por la capitalidad.

Más logros del político que se va del Ayuntamiento, por ejemplo la Noche de San Antón, que se ha convertido en los últimos años en un auténtico espectáculo, hay que reconocerlo, como también fue espléndido el resultado de la iluminación navideña del año pasado. Ha tenido ideas y algunas de ellas llegó incluso a presentarlas, pero solamente con voluntad no se cambia a mejor una ciudad. Han quedado muchos temas en el capítulo de lo pendiente, como por ejemplo el tranvía, que a estas alturas ya debería estar funcionando y no haber pasado por una situación penosa de excusas, pretextos y mentiras por todas las partes afectadas. Con respecto a la peatonalización, suya fue la iniciativa de proyectarla, lo que ocurre es que tal vez porque los responsables de poner en marcha un plan de estas características no supieron afrontar un reto de tal naturaleza, con mano izquierda y paciencia, y ahora vemos que se trata de poner orden y consenso, como por ejemplo la medida de facilitar unas horas de carga y descarga en La Carrera, como en situaciones similares se hace en otras ciudades. El Ayuntamiento presidido por Márquez se ha enfrentado a colectivos importantes de la capital, a sectores del movimiento vecinal, tampoco se ha actuado con firmeza con las empresas concesionarias, especialmente con Castillo; incluso aparecimos como la ciudad más sucia de España, no se avanzó en el proyecto de estación intermodal, tampoco en la declaración de la Catedral como Patrimonio de la Humanidad, por supuesto sigue inédito el futuro del casco antiguo, de Jabalcuz, de Las Protegidas, de Los Cañones, de Los Puentes, de Marroquíes Bajos…

Con todo, sin duda agobiado por una realidad sobrecogedora, Márquez también entró en la dura confrontación con la Junta, él mismo y obligó a algunos de sus concejales a seguirle, y esto llegó a ser perturbador, actitud por cierto que el nuevo alcalde también ha cortado de raíz, al menos de momento. Insisto en que a Javier Márquez le ha acompañado la mala suerte y los astros no se le han alineado a su favor, ni siquiera supo mimar al CES local, que ha vuelto ahora animado por la confianza del nuevo equipo. Y encima en su etapa estalló el “casi Matinsreg” y menos mal que él sale indemne de tan escabroso asunto. Ha tenido también gestos valientes, como el de ponerse en Sevilla, in extremis, para reunirse con Juan Marín, que entonces tenía hilo directo con Susana Díaz, para exigir una solución al tranvía, aunque todo se fue al traste cuando se convocaron elecciones, cada vez que tocan a rebato los políticos se ponen firmes al servicio de las siglas.

En fin, ocho años y medio y en ese espacio de tiempo Javier Márquez ha pasado por distintos estadios, de euforia, de decepción, de cansancio, incluso durante un tiempo, algo que forma parte de las alucinaciones de la vida política, se ha dejado seducir por los delirios de grandeza, aun a riesgo de sacrificar la ciudad del día a día por grandes gestas, reunirse con el presidente de Israel, pensar que con el Worl Pádel Tour ya estábamos comidos, etc. Ojo que no critico que todo esto se haga en una ciudad y que su proyección exterior sea también prioritaria, pero no se pueden empezar a construir los proyectos por el tejado, hay tener una línea y pisar sobre suelo firme. Hay que soñar, pero en lo posible debe hacerse bien despiertos.

Sin embargo no es mi propósito cargar las tintas sobre los aspectos menos favorables de la era Márquez. Pretendo ser justo, pero no le voy a aguar la fiesta de despedida. Espero y deseo que gane su escaño en el Senado y que su labor sea provechosa para Jaén, porque estamos muy necesitados de que todos los políticos, de todos los colores, hagan una apuesta seria por su tierra. Podría seguir, pero entiendo que lo importante está ya dicho, que Javier Márquez es un buen vecino, que le ha dedicado ocho años intensos a su ciudad y que eso ya merece un reconocimiento público. El tiempo suele ser el que hace justicia a los regidores de los pueblos, porque es verdad que somos siempre muy dados al reduccionismo del aplauso o de la crítica, pero entregarse al servicio de una comunidad es mucho más que eso, tiene bastante que ver con sensaciones, sentimientos, memoria y, en nuestro caso, con jaenerismo. Gracias, Javier.

Foto: Javier Márquez Sánchez, el día de su toma de posesión, el pasadpo 15 de junio, cuando le tocó el papel de liderar la oposición del PP en el Ayuntamiento de Jaén. 

 

    

 

 

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