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Hace dos años ya por esta misma fecha felicitaba efusivamente al entonces flamante alcalde de Jaén, Julio Millán, por la marcha cívica con la rabia contenida, en demanda de trenes para esta ciudad. Pensé que pese a todas las limitaciones servía para abrir los ojos e incluso me atrevía a pedir que los que no movieron un dedo no se atrevieran a descalificar la caravana de la ilusión. Como soy un escéptico militante, coloqué una apostilla, y dije que me sentiría muy decepcionado si a pesar de las expectativas y la buena fe de tanta gente, la batalla terminaba en frustración, como tantas otras y si las administraciones, con nuestro silencio cómplice, seguían condenando a Jaén a la indigencia.

Pues así me siento, decepcionado, engañado, porque se ha cumplido el peor pronóstico. Dos años después de aquella aventura me da la impresión de que no queda nada. Anunció el alcalde una reunión con el ministro de Fomento para darle a conocer la realidad ferroviaria de Jaén. ¿Se llegó a celebrar? Ni en la última visita a Jaén del ya ex Ábalos se produjo ese encuentro, solo cambiaron unas cuantas palabras de saludo protocolario, como si no hubiera nada de qué hablar. Igualmente lamento que nadie en este tiempo haya recordado aquel espíritu de unidad que afloró en pocos días en Jaén y que, bien dirigido, podría haber sido útil para el ferrocarril y para otras conquistas. También recuerdo el mensaje en redes de la hasta hace unos pocos días teniente de alcalde y portavoz de Ciudadanos, María Cantos, que sonaba a música celestial: “Cuando se trata de Jaén tenemos que ir todos de la mano, seamos del partido político que seamos. Cuando se trata de Jaén no hay colores, solo el de nuestra bandera”.  

En realidad aquella protesta parecía estar dirigida al aire, cuando normalmente si se sale a la calle es a reivindicar a alguien y a pedir responsabilidades a quienes pueden darla. Es habitual que en Jaén se dé esta circunstancia tan anómala, manifestarse, pero sin molestar a los poderes, a los gobernantes, hasta ahí llega nuestro espíritu conformista, y lo hemos visto con nuestros ojos en reivindicaciones respecto al olivar y el aceite a las que se han sumado formaciones políticas. Eso sí, hay dirigentes que piden que cada vez que haya que plantear una exigencia se identifique a quién va dirigida. Me pregunto dónde están y qué dicen las organizaciones sociales que decidieron sumarse a la marcha, conscientes de que algo se movía tanto en el orden político como en las instituciones cívicas y ciudadanas. La plataforma “Jaén Merece Más” y todas las que vienen reivindicando desde siempre trenes dignos para Jaén, junto con representantes del mundo empresarial y comercial, organizaciones sindicales, federaciones vecinales, sector de la hostelería, taxistas, algunos colegios oficiales, asociaciones profesionales, mundo del deporte, etcétera. Pensé que el Ayuntamiento se iba a convertir en locomotora para no cejar en el empeño, pues en parte su carácter de capitalidad depende de muchos factores, entre ellos unas comunicaciones dignas y propias del siglo XXI, que no existen.

En fin, lo ocurrido hace dos años, que en su momento valoramos como un paso al frente, simbólico, gestual, pero un avance en la movilización social y política, no ha tenido continuidad con actuaciones contundentes, empezando por las instituciones representativas, con lo cual seguramente hemos perdido una oportunidad histórica. De vez en cuando tratan de conformarnos, nos dan largas cambiadas o nos anuncian una lanzadera que más que resolver nuestros problemas, los dificulta. A todo el mundo parece importarle mucho el tren, mejor dicho, que estemos de espaldas al tren, y algunos políticos juegan al “y tú más” tan socorrido, pero nos tienen así desde hace muchos años. Mal por ellos, mal por iniciativas como la del alcalde de Jaén de hace dos años, que vista con perspectiva fue un golpe de efecto populista seguramente con buen intención, hasta que alguien la paró en seco y Julio Millán asumió disciplinadamente el ordeno y mando, ya recordarán la marcha tan ‘sui géneris’, limitada en vehículos y una serie de recomendaciones de la Subdelegación del Gobierno que la convirtieron en una protesta completamente ligth, lo más parecido a una romería dominical; y desde luego rematadamente mal por los jienenses que no hemos sido capaces de frenar este desprecio al territorio. Suma y sigue.  

Foto: Una imagen de la caravana por el tren celebrada hoy hace dos años, al más puro estilo Jaén.

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