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El pleno del Ayuntamiento celebrado en la tarde de ayer, lunes aprobó, con los votos del equipo de gobierno (PSOE más la concejal de Ciudadanos) y el grupo del Partido Popular, la refinanciación de la deuda por un importe de 430 millones. La situación de minoría que se ha propiciado en el Consistorio tras la salida del gobierno de los tres concejales que fueron de Ciudadanos y que ahora pasan a la situación de no adscritos, María Cantos, Francisco Díaz y Miguel Castro, obligará al alcalde a negociar a diestra y siniestra para sacar adelante los asuntos de la ciudad. En esta ocasión y para un tema de trascendental importancia, ha contado con los votos y el apoyo del Partido Popular,  que ha aprovechado esta coyuntura para poner condiciones, que el alcalde, Julio Millán, ha asumido porque en realidad se puede considerar que las propuestas son asumibles, aunque el grupo de Unidas Podemos, molesto porque esta vez no ha sido decisivo, las haya considerado “un chantaje”.

El apoyo aunque con condiciones del PP, forma parte de una actitud de coherencia, primero porque su portavoz, Manuel Bonilla, ha sido el responsable de la hacienda municipal y sabe de las dificultades que hay que sortear; y segundo, no pierden la esperanza de volver a gobernar tras las próximas elecciones, y no querrían verse en una situación en la que no se hubiera avanzado ni un milímetro en el problema más grave que tiene el Consistorio, una deuda que viene arrastrada a la que no se le ha hecho frente hasta el momento con decisión, entre otras cosas porque requiere de consenso y aprobación por parte del Ministerio de Hacienda. Unidas Podemos y Vox han votado en contra y lo han explicado, por ejemplo la primera fuerza sigue instando a la necesidad de obtener una quita de la deuda y Vox rechaza lo que supone una hipoteca para los sucesores, pero este argumento me parece poco consistente; y los tres concejales ex Ciudadanos han decidido abstenerse, postura que muy probablemente no hubieran adoptado hace un mes o dos, pero de todas maneras han favorecido el acuerdo.

Por lo que se refiere a las condiciones del PP, insisto en que no me parecen fuera de lugar. Solicitan que se haga realidad el plan de reactivación económica y social de la ciudad de Jaén, que se aprobó el pasado año y del que nunca más se supo, es más, han pedido una comisión de seguimiento. Solicitan un borrador de presupuestos antes del 31 de agosto, un cronograma detallado del DUSI, la garantía de que no se va a ceder a Diputación el Servicio de Recaudación y Gestión Tributaria, y que el alcalde pacte con la oposición una postura conjunta para que el Gobierno de Pedro Sánchez, “cómo mínimo cumple con la ciudad de Jaén al igual que lo está haciendo el Gobierno de Juanma Moreno” y que de alguna manera se busquen alternativas que resarzan a Jaén del fracaso del Colce. Guerras políticas aparte, no había nada que impidiera el acuerdo, y el alcalde, con buen criterio, ha aprovechado para brindarse al diálogo con el PP y con el resto de grupos. No le queda otra opción.

¿Y qué es lo que se ha aprobado? Este es el verdadero quid de la cuestión. Reagrupar la deuda en 430 millones de euros, de diferentes mandatos municipales, en los que el Ayuntamiento ha ido tirando de acuerdos puntuales, con mayor o menor dificultad, para acogerse a los fondos de ordenación del Ministerio de Hacienda y otras peripecias económicas. El acuerdo adoptado tiene una consecuencia, y es que se amplía hasta el año 2050, sí ¡¡¡2050!!! el periodo de amortización y esto va a suponer que se rebaje de 28 a 15 millones anuales el pago de créditos por parte del Ayuntamiento. Como ha expresado la concejal Orozco, tras afirmar que se trata de las medidas que ha impuesto el propio Ministerio, esta solución permite ganar liquidez y poder dedicar ese dinero de la diferencia a otras necesidades de la ciudad. La misma concejal se ha confesado: “Nos gustaría que hubiera otras medidas, pero creemos que las que nos plantean son beneficiosas y hay que aprovechar la oportunidad”.

Lo importante, a mi juicio, es que se mueva ficha y salgamos del atolladero, aunque era difícil, imposible, encontrar una solución milagrosa. Precisamente recuerdo que hace cinco años también se aprobó, con un gobierno del PP en el Ayuntamiento, un plan económico y financiero, por apremio de la Junta, como administración tutelante y el Ministerio de Hacienda. Entonces los populares encontraron el respaldo de los tres concejales no adscritos, también ex Ciudadanos, Salud Anguita, Iván Martínez y Víctor Santiago, porque el PSOE y Jaén en Común (JeC) votaron en contra. En aquella oportunidad creo recordar que se trataba de refinanciar una deuda de 530 millones de euros en 40 años, con dos de carencia, si bien lo que se pedía al Consistorio era un plan para salvar la crisis municipal PARA DOS AÑOS, vamos le pedían algo que no cabía en la cabeza, un despropósito. Ya ven que hay antecedentes, como llevar al pleno planes de ajuste, etc., pero la solución ha seguido dando tumbos y gracias a los buenos oficios sobre todo de Manuel Bonilla al frente de Hacienda, se habló poco de la ruina. El actual alcalde anunció medidas, que son las que ahora defiende la concejal de Hacienda. Ya sabemos más que de sobra que no se trata de la situación ideal, no la hay, pero es algo en lo que basar la estrategia para abandonar, es un decir, el pozo en el que se encuentra este Ayuntamiento. 

También recuerdo que fue el grupo socialista el que en el anterior mandato solicitó una quita de la deuda. De atenderse esta petición hubiera sido como tocarle la lotería a un Ayuntamiento necesitado de oxígeno y urgiendo la respiración boca a boca, pero también, mirado con justicia, se trata de un agravio para con todos los ayuntamientos, y son la mayoría, cumplidores de sus obligaciones y que no han sido irresponsables y despilfarradores, ni han ido sumando deudas astronómicas como en el caso de la capital jienense, hasta llegar, unos por otros, a estar endeudados hasta las cejas. Y con una responsabilidad subsidiaria sobre los ciudadanos, porque traerá consecuencias para ellos, para todos nosotros. Somos una de las ciudades más endeudadas de España y con la deuda ahora reconocida y los habitantes con que hoy cuenta Jaén tocamos cada jienense a casi 4.000 euros. El pasado año se nos recordó, con datos oficiales, que en los últimos siete años se había elevado la deuda por habitante, pasando de 2.500 a casi 4.000 euros. De aquellos polvos estos lodos. De administraciones manirrotas, porque sus responsables confundieron los intereses de la ciudad con los suyos propios, gravísimo error que estaremos pagando durante tantos años como la ciudad tal vez no pueda levantar cabeza.

En fin, ya sabemos que alrededor de 30 años, hasta 2050, son una eternidad y que un plan para aliviar a Jaén en tanto tiempo es una mala noticia, pero ahí es donde queremos ver, aunque sea por una vez, a los políticos jienenses, para saber si son capaces de arrimar el hombro, todos juntos, por el futuro de esta ciudad, para que se note lo menos posible este revés de la histórica deuda o siguen empecinados en el mantenella y no enmendalla y en esa eterna confianza made in Jaén, tan resignada e indiferente, de que “ya lo arreglarán otros” o “si no tiene solución, para qué molestarse”. Seguimos atados a los planes, esos que se cruzaron en nuestro camino y quedaron tantas veces en brindis al sol. ¿Les suenan el Plan Jaén, el Plan Activa, el Plan…? Pues ahora llega otro, el Plan Salvavidas 2050. 

Insisto en que no se merece Jaén soluciones tan drásticas, como no se ha merecido a tantos políticos que nos han ido dejando una hipoteca de por vida. Pero en este momento hay que ser pragmáticos. Por desgracia nadie nos va a regalar nada, ni Montoro antes, ni Montero ahora, ni la Junta, ni los bancos, hay que enfrentarse a la realidad, que es muy desagradable, y la propuesta ahora aprobada es una fórmula, una más entre las posibles, a la que podamos acogernos, sobre todo por una razón, y es que si se deja o se dilata una salida a este asunto que nos quema a todos, todavía el problema es susceptible de empeorar. No hay mucho donde elegir, o malo o peor. Y por cierto, también es demasiado tarde para pedir responsabilidades a quienes deberían haberlas dado, y han jugado con el futuro de esta ciudad. También tarde, muy tarde, para esperar manás del cielo, por lo que tendrán sentido las críticas de las generaciones inmediatas, que van a sufrir las consecuencias. Pero una cosa si conviene tener claro, esta es la clase de hacer política que se debe desterrar ¡¡¡ya!!! 

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