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En los últimos días se han cumplido dos años del actual mandato municipal. Duros, difíciles, insoportables. En mayo de 2015 el PP ganó las elecciones municipales con una mayoría minoritaria que presagiaba un tiempo nuevo de acuerdos, de diálogo y de entendimiento, a la vista de que la situación excepcional de la ciudad no estaba para aventuras. No vamos a reproducir en un espacio tan pequeño como este todo lo que ha sucedido en este tiempo, pero resumiendo mucho, se puede concluir con la aseveración de que a todos se les ha ido un poco la fuerza por la boca. Un día después de la toma de posesión del nuevo Ayuntamiento todos se juramentaban, gobierno y oposición, en que el panorama tenía que cambiar para salvar Jaén. Pues bien, no solo no se ha salvado a la ciudad, cuyos problemas se mantienen sino que se han agravado, es que de aquellos buenos propósitos a estas alturas prácticamente no queda casi nada. El PP trata de gobernar a trancas y barrancas con los mimbres que tiene, que son pocos, la verdad, pero no se puede decir que haya dado un paso al frente decisivo para conseguir acuerdos.

Con este panorama los grupos de la oposición van a lo suyo, a plantear batalla política, con la excepción de los tres concejales no adscritos, que han terminado como el rosario de la aurora, cada uno por su lado, Iván Martínez, pegado al PP; Víctor Santiago, tratando de deshojar la margarita, y Salud Anguita, que en su particular lucha contra la indefinición pasó por el experimento de Libres y ahora acaba de aparcar ideológicamente en las redes del partido de Santiago Abascal, VOX. El equipo de gobierno, eso sí, está recibiendo el apoyo de los tres o de algunos de ellos para sacar adelante sus propuestas. Muchos los critican, yo les concedo el beneficio de la duda porque en la situación en la que se encuentra Jaén y por muy mal que estén las cosas, la ingobernabilidad no es la mejor solución posible, lo diga quien lo diga. Faltaría saber, pero esto es simplemente elucubrar, qué hubiera pasado en este mandato si el PP en lugar de ese resultado adverso contara con una sólida mayoría para gobernar en solitario.

Creo que no hay ningún jienense que no conozca en todo o en parte la difícil encrucijada en la que se encuentra la capital jienense. Parece que quien lo vio venir con nitidez fue el elegido alcalde el 13 de junio de 2015, José Enrique Fernández de Moya, que llevaba tiempo buscándose una posibilidad de salir del escenario municipal y encontró el rescate del jienense Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda que tiró del político popular, entonces presidente provincial del PP. A Montoro, por cierto, los dirigentes populares lo ponen de referente de las ayudas a Jaén, pero entre la ciudadanía lo que está instalada es otra opinión, Montoro no se ha merecido para nada tener una calle o que Jaén le pudiera reconocer méritos objetivos. Hace tiempo que se olvidó de su tierra y hay muchas evidencias para demostrarlo.

La salida de Fernández de Moya propició la llegada, por designación directa, de quien durante años fue responsable del área de Urbanismo del Ayuntamiento, “el hombre tranquilo” que durante años ha estado laborando en favor de la ciudad, sobre todo tratando de sacar adelante un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que puede que no sea la panacea, el instrumento milagroso, pero se supone que contiene herramientas para mirar al futuro. Claro que en las actuales circunstancias lo que de verdad pesan son las dificultades. Siempre he dicho que no le arriendo las ganancias al concejal de Hacienda, Manuel Bonilla, porque a pesar de la dureza extrema de la asfixia económica, ha logrado salvar los muebles y capear el temporal. Se le ha criticado desde la oposición que haya tenido que recurrir a operaciones de crédito, una detrás de otra, pero nadie ha puesto sobre la mesa soluciones razonables y posibles para sortear la maraña económica. Soy crítico con la situación del Ayuntamiento, claro que sí, entiendo que no se le puede reír la gracia, que el diagnóstico que se puede hacer de la ciudad es bastante negativo, pero de la misma manera no dejo de reconocer que la oposición trata de dar titulares que es bastante más fácil que gobernar, como el PSOE que le ha dado “un cero en gestión, cero en decisiones de gobierno y cero en ganas de cambiar las cosas”. Jamás ha habido tanta dificultad para regir el destino del Ayuntamiento y es justo reconocer también que pese a todo el Consistorio está atendiendo a todas sus obligaciones, no digo desde la excelencia, porque tenía que ocurrir algún milagro, pero algunos pronosticaban poco menos que el apocalipsis.

He venido defendiendo y lo vuelvo a hacer ahora, que el actual alcalde, Javier Márquez, con su sola presencia, ha sido una especie de bálsamo, y ha evitado situaciones todavía más graves y conflictivas. Ha amagado con marcharse en varias ocasiones, ha cantado las cuarenta a más de uno y se le nota que quiere a la ciudad, otra cosa es que le acompañe la buena suerte, parece que cuando todo está a punto de llegar hay proyectos que se le vuelven en contra. Pero Márquez está por encima de muchas situaciones, es una buena persona, dialogante y creo que hubiera merecido mejor suerte, entre otras cosas porque el panorama del Ayuntamiento él se lo ha encontrado, ha sido una herencia envenenada, y no solo de su partido, que también, sino de los que estuvieron mandando antes y ahora no le dejan el más mínimo resuello, lo que a veces no parece demasiado justo, con independencia de la crítica a las realidades objetivas que hay que discutir y denunciar.

El caso es que Márquez lo ha fiado casi todo al PGOU, que está por ver, porque sus efectos no son aún efectivos, ha confiado mucho en el Jaén Plaza, y llevo viendo desde hace varios días que en la zona no se mueve nada, todo hace indicar que los trabajos se han paralizado, con lo cual ya pueden imaginarse cómo van a quedar los planes, y qué les voy a decir del DUSI, que ha sido la gran decepción, o del tranvía, que es el principal símbolo de la actitud frentista de administraciones que por esta razón no nos merecemos; esto solo por poner unos ejemplos de insatisfacción ciudadana, que se une a los problemas de siempre, que aquí siguen siendo tan recurrentes y que vienen de muy atrás, los barrios, el casco antiguo, la peatonalización que ahora sigue levantando polvareda porque los consensos son muy complicados…    

En fin, no le debo nada a Márquez pero trato de salvarlo de la quema. Y creo que las soluciones a tantos problemas que tiene la ciudad son responsabilidad de los 27 concejales, el PP tiene que ser el primero en ofrecerse, que no lo ha hecho desde el principio con todos los datos sobre la mesa, transparencia y deseos de buscar la participación de todos los grupos, y respecto a la oposición deberían tomar nota de que no se les paga para decir “no” a casi todo, sino que lo que la ciudad pretende es que sumen y no resten, que miren por los ciudadanos y, sobre todo en esta hora de Jaén, con el empuje de la plataforma que ha salido a la calle de manera ejemplar para pedir a los responsables políticos que espabilen, todos los munícipes deben ponerse las pilas porque se les va a mirar a ellos en primer lugar por ser los más cercanos y deberían convertirse en los más sensibles. Ya está bien de que unos guarden las espaldas al Gobierno de Madrid y otros a la Junta de Andalucía o a la Diputación. Que digan claramente de qué lado están en lugar de jugar a ver quién dice la frase más ocurrente para salir en los periódicos. Ahora es el momento de Jaén y de ver cuál es la disposición de cada una de las administraciones. Lo demás carece de importancia.

Algo más para terminar. Tras un ligero descanso vuelven los préstamos al pleno, 10,7 millones para pagar nóminas, según se ha dicho. Vamos a ver, el asunto es claro. O se pagan las nóminas de los 1.500 empleados y no se agiganta un problema económico y social grave o que alguien plantee otras soluciones que a lo mejor no se le hayan ocurrido al equipo de gobierno. No han funcionado propuestas sobre quita y cosas así, la verdad es que tiene que resultar complicado tomar medidas solo para un Ayuntamiento cuando hay tantos que están emparejados en la quiebra. De todas maneras algo más de lo que está haciendo pensamos que correspondería plantear como salidas a Fernández de Moya, secretario de Estado. Todo el mundo vio con su nombramiento un rayo de luz, pero seguramente el que no lo llegó a ver fue él.

Dudo que el PP le está echando una mano a Márquez, ni su amigo De Moya, ni Juanma Moreno, que lo ha dejado tirado en alguna ocasión, y tampoco han sido muy provechosos los viajes a Madrid. En fin, quedan dos años, y no me voy a poner en el papel de cuando peor, mejor. Todo lo contrario, lo que deseo es que cambie el panorama en la ciudad porque lo que sea bueno para Jaén ha de ser bueno para los jienenses. No seamos cainitas, tenemos que remar todos juntos por el futuro de Jaén. Así sea.

Foto: Las obras de lo que pretende ser el centro comercial Jaén Plaza, se encuentran paralizadas. ¿Para eso tanto…?

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