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Lo que más me interesa de estas elecciones andaluzas que se acaban de convocar para el día 2 de diciembre, es que supongan una oportunidad para todo el territorio, quiero que nuestra tierra común avance y que de una vez por todas Andalucía aparezca ante el resto del país como un ejemplo de todo lo que tiene que enseñar, en vez de convertirse, como lo viene siendo desde hace años, en una diana perfecta de crítica feroz para quienes nos quieren mal, incluso nos tienen envidia y que cuando no tienen motivos simplemente se los inventan o acuden a los tópicos con los que ni siquiera nosotros nos identificamos. Pensaba en todo esto tras escuchar esta mañana un lúcido comentario del periodista Iñaki Gabilondo, que reclamaba respeto para Andalucía porque, por encima de todo lo coyuntural que en este momento pervierte el buen nombre de esta región, son innegables sus valores en el orden cuantitativo y cualitativo, y sería ocioso apuntarlos porque nadie como los andaluces sabemos que hay muchos motivos para sentirnos orgullosos del lugar donde hemos nacido.

Esto por descontado que no es ninguna excusa para justificar lo injustificable, algunos han jugado muy sucio con Andalucía, especialmente condenable cuando se trata de responsables públicos que se aprovecharon de sus cargos para hacer y deshacer a su antojo, utilizando mucho dinero de los andaluces para delinquir y quebrar la confianza de los ciudadanos en muchos de sus indeseables gestores, y qué pena que con tanta frecuencia nos asomemos a los medios de comunicación nacionales con uno de los mayores casos de corrupción de toda España, sino el que más, el escandaloso espectáculo de los ERE, que por cierto se inició en Jaén, cómo no, y que ha hecho un mal terrible a la comunidad, con una sucesión de episodios corruptos que han ido apareciendo poco a poco, como el gasto de miles de euros en clubes de alterne y una cantidad de fechorías que simplemente nos avergüenzan a la mayor parte de los andaluces.

Hay que exigir a la Justicia que en las sentencias que en su día han de dictarse todo el que haya atentado tan alevosamente contra el interés general de Andalucía, lo pague con creces y se cierre una página negra de la reciente historia política. Ojalá en pocos meses ya se pueda hablar de normalidad, con los problemas y las dificultades propias de una sociedad en movimiento, y esta comunidad autónoma, en efecto tan vapuleada, unas veces con razones y otras sin ellas, logre contar con el respeto que su importancia como territorio dentro de España, merece. Dice Gabilondo, y es verdad, que desde muchos puntos de vista Andalucía es la gran desconocida. Le pasa lo que a nuestro Jaén, que la gente viene, la conoce y se sorprende de lo que somos y de lo que tenemos.

Lo mismo que anhelamos para Andalucía es lo que queremos que ocurra en el caso de Jaén. Y las elecciones autonómicas que se han anunciado son una oportunidad para establecer un debate serio sobre el futuro de Andalucía y el papel de cada una de las provincias en un marco de vertebración territorial y de convergencia. En ese escenario es en el que Jaén tendría que ganar, porque el planteamiento que la política tiene que conseguir es hacer el diagnóstico de la situación de cada una de las provincias y es relativamente fácil concluir que Jaén se ha quedado atrás porque no han funcionado los equilibrios. Por eso estamos pendientes de los programas de los partidos, pero no para ver quién es más imaginativo o efectúa más promesas, sino porque quedamos a la espera de que alguien tenga capacidad e ideas suficientes para dar con la fórmula por la cual se haga justicia con los territorios que se han quedado atrás, como es nuestro caso. Nos acercamos a la hora de la verdad y será fácil advertir quien ofrezca más de lo mismo y quien se ha detenido a pensar en objetivos para transformar Jaén. Esto no corresponde en exclusiva a la provincia, ha de ser una apuesta de las formaciones políticas. Y habrá que votar a quienes se lo trabajen y no cubran el expediente con las mismas o parecidas ocurrencias de siempre. Estamos en un momento crucial y el debate andaluz y el debate provincial, en el caso de Jaén, son claves para divisar o no un futuro con expectativas.

Dicho esto la segunda parte tiene que ver con las listas electorales, es decir, con las personas que, en cada uno de los partidos que concurran a los comicios, pueden tener la responsabilidad de contribuir o con la prolongación de la penosa situación en la que nos encontramos, o con el nuevo horizonte en el que sea posible soñar con un Jaén de progreso y modernidad, con todas las infraestructuras que merece y le han sido negadas sistemáticamente por el único gobierno que hemos tenido desde que se inauguró la autonomía andaluza, hace ya casi 40 años, una rémora que en nuestro caso pesa como una losa.

Nuestra provincia tiene que elegir a 11 parlamentarios, que son su aportación a la Cámara regional, que cuenta con un total de 109. En las últimas elecciones de 2015 el reparto fue de 6 diputados para el PSOE, 4 para el PP y 1 para Podemos. Si en la oportunidad anterior encabezó la lista socialista Micaela Navarro, que luego cambió por Madrid donde es vicepresidenta en el Congreso, esta vez parece que no hay discusión en que el número uno sea Felipe López, actual consejero de Fomento y Vivienda, cuya gestión es muy bien valorada, al tiempo que ejerce de jienense y tiene muy poca contestación al tiempo que le caracteriza un perfil de eficacia. En el PP nadie se atreve a hablar de nombres, creo que es probable que quiera encabezar el actual presidente Juan Diego Requena, y es descartable la opción que algunos han apuntado de Fernández de Moya, por un lado por el caso Matinsreg y de otra parte porque dudo mucho que el presidente regional, Juanma Moreno, diera su aceptación. Supongo que habrá un tira y afloja entre Sevilla y Jaén, sobre el futuro de personas como José Antonio Miranda, que seguramente desearía continuar y pueden frenarlo en la dirección jienense, a pesar de que ha sido un activo muy importante y reconocido en el grupo parlamentario. Ciudadanos tiene resuelto este problema desde hace tiempo, cuando nominó a Mónica Moreno en una lista que completan Enrique Moreno y Raquel Morales. En cuanto a la izquierda que representa a Adelante Andalucía, el proyecto liderado por Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, propuso en Jaén como candidato a un conocido de la política jienense de años atrás, José Luis Cano, que fue un puntal de IU, primer teniente de alcalde en el Ayuntamiento con Carmen Peñalver, y que ahora suscita recelos en algunos sectores que no lo ven con buenos ojos en el lugar que le ha sido asignado, en realidad son problemas internos de la propios partidos de la izquierda. Cano es listo, conoce bien Jaén y personalmente creo que su puesto en esa lista es un acierto.

En principio no causan rechazo las personas, al final todo depende de los planteamientos que se hagan los aparatos de los partidos. Los diputados y diputadas hacen seguidismo y no es normal que discrepen, al menos públicamente, cuando consiguen sus actas parecen deberse más a la disciplina partidista que al interés de los ciudadanos y ciudadanas que les votan. Esto es justamente lo que queremos que cambie. En un momento crucial, insisto, en el que además hay una sociedad civil organizada más dinámica y nada predispuesta a la resignación, lo que esperamos con todo entusiasmo es que estas elecciones se conviertan en una gran oportunidad para Jaén. Porque tenemos una impresión, ahora o nunca.

  

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