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Las buenas noticias se suceden, y la verdad es que se agradece el respiro que representan para la ciudad. A la buena nueva del DUSI, que en la situación en la que se encuentra la ciudad es como haberle tocado la lotería, se une ahora la cumbre que está previsto que se celebre mañana, viernes, con tres interlocutores, los tres políticos de la tierra, Felipe López, consejero de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía; Javier Márquez, alcalde de la ciudad de Jaén, y Francisco Reyes, presidente de la Diputación Provincial. Tres políticos llamados a entenderse en nombre de Jaén, y que reúnen cualidades cada uno de ellos para comunicarse y hablar en buena sintonía, porque los tres tienen esta cualidad de dialogantes. Estos tres personajes y sus técnicos han estado reuniéndose en los últimos meses para orillar todas las dificultades existentes y poner en marcha de una vez por todas el sistema tranviario. El acuerdo existe, pero ni siquiera vamos a referirnos a su contenido, que hoy se ha ido conociendo, porque como en este asunto tan especial llueve sobre mojado, preferimos que se expresen los responsables y confirmen uno por uno los extremos de un consenso que puede permitir, siete años después, que el tranvía de Jaén salga de sus cocheras y se convierta en un nuevo transporte público, con permiso de la empresa de autobuses Castillo, que fue, en 2011, la que presentó batalla e hizo que los vagones dejaran de recorrer las calles de la ciudad.

Solamente quiero recordar en este momento en el que se ha abierto la puerta a la esperanza, que en estos años las diferencias han sido insalvables. Ayuntamiento y Junta han peleado a fondo en torno a sus diferencias. Primero porque con el anterior alcalde al frente del Consistorio no era posible plantearse ni la remota posibilidad de entendimiento, sobre todo después de haber declarado con toda solemnidad que no pensaba subirse a ese tranvía. Después, ya con Márquez al frente de la Corporación, a pesar de que cambiaba el panorama, las exigencias económicas de la Junta hacia las arcas municipales dificultaba la negociación. El actual alcalde sí ha apostado por el tranvía, por respetar la importantísima inversión realizada y tratar de sacarle la máxima rentabilidad, pero le ha costado no pocos disgustos mantener su firmeza frente a otras maneras de pensar dentro de su propio partido, de hecho sus relaciones con su antecesor son manifiestamente mejorables. Durante años, insisto, ha sido rara la semana que no nos encontrábamos en los medios de comunicación con declaraciones de unos y de otros encendiendo el fuego de la polémica. Las posiciones parecían irreconciliables, porque el Ayuntamiento, que es verdad que está en la UVI financiera, se defendía ante el planteamiento de que asumiera el 40% del déficit de explotación, que sería normal para un municipio sin el lastre del de Jaén, pero para esta ciudad cualquier carga exige un enorme sacrificio.

Hace pocas semanas, ante la virulencia que tomaba la polémica del tranvía, el alcalde de Jaén se plantó en Sevilla y consiguió lo que se proponía, que parara la guerra y que se pusieran a trabajar en serio con voluntad verdaderamente constructiva. En esas vino la presidenta de la Junta, Susana Díaz, a un acto del diario “Jaén” y anunció una mano tendida, el reconocimiento de transporte metropolitano para el sistema tranviario de Jaén, una excelente novedad en toda regla, y aunque no lo dijo se le entendía que ya se habían acabado los enfrentamientos públicos por este asunto. Es un éxito de Javier Márquez, indudablemente, pero el resto de los actores han seguido la misma senda y cuando se ha avanzado es cuando se ha estado trabajando, en las últimas semanas, sin publicidad y sin focos. De este modo es como se ha llegado a un principio de acuerdo, que mañana seguramente quede sellado, donde tres administraciones han empeñado su responsabilidad, la Consejería de Fomento de la Junta y el Ayuntamiento de Jaén, por un lado, y por otro, la Diputación, que aunque en principio no está concernido por este proyecto, su regidor, Francisco Reyes, para salir en ayuda tanto de la Junta como de la propia ciudad de Jaén, ha ofrecido su apoyo y mediante convenios publicitarios va a invertir dinero en el nuevo transporte público de Jaén.

Bien está lo que bien acaba. Han sido siete largos años muy duros, de mucho enfrentamiento, de hartazgo, de escepticismo, en el que el tranvía de Jaén ha influido muy negativamente sobre la imagen de la ciudad. Todo el mundo que desde fuera se refiere a esta capital suele preguntar qué pasa con el tranvía, que se ha convertido, al aparecer en los medios nacionales, en un emblema de pésima gestión política, sálvese quien pueda, que ha dividido en dos las opiniones de los jienenses y que en términos generales ha hecho antipático un tranvía que a la hora de la verdad, como ha ocurrido en Granada, igual nos da la sorpresa y rompe todas las previsiones y se convierte en un medio del agrado de los ciudadanos, mucho más si el Ayuntamiento se preocupa de buscar medios que potencien su puesta en marcha, mientras se piensa, sin prisa pero sin pausa, en la posibilidad de extenderlo hacia otras zonas para hacerlo mucho más útil.

Mañana será otro día. El 11 de mayo de 2018, y habrá que celebrarlo, puede quedar para la historia como el día en que se impuso el sentido común y la responsabilidad y se abrieron expectativas para una ciudad que ha de hacer esfuerzos por no quedarse parada, por emprender todo tipo de actuaciones que se pongan en el camino. Frente a la resignación y a la desesperanza, hay que mantener viva la ilusión y el sueño de ver un futuro Jaén más a nuestro gusto. No conozco otra manera de progresar.

 

Foto: Felipe López, Javier Márquez y Francisco Reyes.

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