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Lo dice toda la sociedad jienense, a excepción de los que mandan en cada momento, pero sí se suman con gusto a la reivindicación los que no han gobernado aún y los que gobernaron pero ya se encuentran en la oposición. Existe un clamor general en la sociedad de Jaén, en toda la provincia, pero de un modo especial en la capital, de que las diferentes administraciones se han burlado de las reivindicaciones permanentes de la ciudad, y ni el Gobierno central, lo mismo del PP que del PSOE, y la Junta de Andalucía, hasta ahora gobernada en casi 40 años por socialistas, han dado las respuestas adecuadas que hemos estado demandando. Eso sí, nos han atiborrado de compromisos, pero ninguno de ellos, al menos los verdaderamente importantes para cambiar Jaén, ha llegado.

Existe una interminable lista de espera que se da la mano con la santa paciencia, más bien resignación y el “sea lo que Dios quiera” que han marcado el rumbo de Jaén desde hace décadas. Ahora que ha habido un cambio de gobierno en la Junta de Andalucía ha existido un asomo de optimismo en el periodo de cortesía, a ver si los que tanto se han quejado de lo mal que estaba Jaén y que nos prometieron que a su llegada quedaríamos sorprendidos por el nuevo trato, a mejor, nos daban la sorpresa. La verdad, éramos escépticos, porque las campañas electorales son una gran mentira, sálvese quien pueda. Lo cierto es que los primeros presupuestos que han elaborado conjuntamente PP y Ciudadanos, al menos por lo que respecta a la capital, no son sino mera continuidad del abandono tradicional de los socialistas, y me da igual como se pongan. Jaén no le debe nada a Chaves, a Griñán y a Susana Díaz. Pero al menos en este primer presupuesto hemos notado el castigo de quienes varias veces se sentaron a la mesa de la plataforma “Jaén Merece Más” y todo les parecía poco para Jaén, un plan especial, la Ciudad Sanitaria, el tranvía…¿dónde están?

Pues nada de nada. Y encima envían a sus mensajeros de faroles, que este presupuesto es tan bueno, dicen, que jamás se ha visto en Jaén. Si al menos pusieran los pies en el suelo y vinieran a explicar que tienen un proyecto para Jaén y que necesitan cuatro años, bien programados, para ejecutarlo, podríamos hablarlo, porque queremos entender las dificultades y establecer plazos prudentes sin que ello suponga renuncias para Jaén, pero que encima nos pretendan vender euforia como si aquí toda la sociedad estuviera adormecida y se nos pueda engañar fácilmente, como siempre ha sido la voluntad de los políticos, me parece que se están pasando todos y todas varias pueblos. Quede constancia de mi total indignación como ciudadano que llevo demasiados años predicando en desierto y que una vez que se produce en Andalucía la alternancia, que es saludable en democracia, tenía la esperanza por lo menos de que iban a hacer lo que nos dijeron, ni más ni menos. Trato por igual a todos los partidos que llegan al gobierno, a todos los respeto, pero desde la independencia tengo la libertad de criticar solo y exclusivamente los engaños para mi tierra. Y si vienen acompañados de altanería, de soberbia política, todavía peor. Cuando hay dificultades, cuando un gobierno no tiene dinero para responder a sus compromisos, si algo debe exhibir es humildad. Y luego está la credibilidad del ejemplo, si no hay para invertir en Jaén, es que no hay para invertir en otros territorios, no tenemos de por vida el “privilegio” de ser los últimos en todo. No, no y no.

El paisano, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Lorenzo del Río, viene todos los años a presentar la memoria del alto tribunal andaluz. En esta ocasión ha hecho lo propio con la de 2018, y el hombre que llegaba siempre con el discurso reivindicativo, se cansó, todos los años prometía la Ciudad de la Justicia como inminente. Natural, lo que le decían los nefastos políticos de turno. Ahora Del Río viene a su tierra y trata de desmarcarse de los incumplimientos, tal vez porque sería un cómplice más de todo lo que está pendiente, mayor infraestructura de medios y personal, aunque la principal responsabilidad sigue siendo de la Junta, ahora con sus nuevos gestores que no saben cómo afrontar la Ciudad de la Justicia, un marrón heredado por cierto, lo más que se les ocurre es marear la perdiz y poner 50.000 euros en el presupuesto, que es lo mismo que nada, para seguir moviendo papeles. Mientras tanto la Consejería se sigue gastando anualmente un pastón en el alquiler de edificios, nuevas sedes esparcidas por la ciudad, con lo cual ya se hubiera rentabilizado la inversión si la Ciudad de la Justicia se hubiera construido la primera vez que se anunció, hace ya más de veinte años, hemos perdido la cuenta. Los respectivos consejeros de Justicia han sido todos escogidos en una sola característica, la insensibilidad con Jaén y los jienenses. Sus nombres deben quedar para la historia y podrían ser declarados, méritos han hecho para ello con creces, “personas non gratas”.

Esta reivindicación ha resistido a presidentes de la Audiencia y a decanos del Colegio de Abogados, que reiteradamente demandaron la infraestructura que por el momento ni está ni se le espera. En una imagen hemos visto a Lorenzo del Río con Pío Aguirre, presidente de la Audiencia en los primeros años en que se hablaba del proyecto como cercano. Él podría contar su experiencia y quienes le han sucedido, lo mismo que los decanos del Colegio de Abogados, que tanto reivindicaron hasta comprender que no tenía sentido seguir haciéndolo, se rindieron, dicho de otra manera.

De todas formas los titulares de la Audiencia no han claudicado del todo. En su día Elena Arias Salgado reivindicó ante las autoridades y el presidente del TSJA un panorama crítico en el que se atrevió a indicar que “ni siquiera se han puesto los cimientos del profundo cambio que la organización de la Justicia necesita”. Este año, en la presentación de la memoria, ante los viejos y nuevos políticos, para que todos se enteraran, destaco el discurso apasionado del presidente de la Audiencia Provincial, Rafael Morales, un texto más largo pero que se puede resumir en una sola frase: “Jaén es una ciudad olvidada”. Todos y todas lo escucharon y entiendo que debieron tomar nota caso de existir eso que se llama vergüenza torera. En esa expresión se resumen sentimientos de malestar, de indignación y de desesperanza, viendo de qué manera se trata a Jaén, quiero decir se maltrata. Por tanto ración de complacencia y ración de pesimismo real, cada cual en su papel, y Jaén en el centro del escenario padeciendo los problemas que acarrea no asumir compromisos plenos con las necesidades que precisa una Administración de Justicia eficaz, con un edificio adecuado y con los medios materiales y de personal que son requeridos. Es más que probable que el año que viene los discursos se repitan. Se admiten apuestas.

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El presidente de la Audiencia Provincial, Rafael Morales, fue contundente: “Jaén es una ciudad olvidada”.

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