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En este momento de la vida de la ciudad de Jaén hay un saludable movimiento ciudadano por muchas cuestiones, en cambio me da la impresión de que en gran medida se ha perdido el clamor que hace unos años se manifestó en torno a la declaración de nuestra Catedral como Patrimonio de la Humanidad. No sé qué ha pasado, si ha sido la larga espera la que nos ha decepcionado, o que faltaba quien encabezara este proyecto en el que muchos pensamos que se arrojó la toalla precipitadamente sin agotar todas las posibilidades. Este tipo de aspiraciones cuestan, si no que pregunten en Úbeda y Baeza, que por cierto hoy celebran felizmente 15 años de Patrimonio de la Humanidad, merecidísimo, pero la inacción no conduce a ninguna parte. Eso sí, a falta de movilización social hay que agradecer que la Universidad de Jaén haya querido comprometerse con la organización de sesiones de trabajo de carácter científico en las que ya se han abordado aspectos muy diferentes y que han puesto en valor la importancia del monumento y sus méritos para aspirar al selecto club del Patrimonio Mundial, y por supuesto que haya creado la Cátedra Andrés de Vandelvira y el Renacimiento jienense, con el objetivo de potenciar, relanzar y desarrollar nuevas iniciativas relacionadas con algo tan importante, que puede ser un elemento de referencia y de visibilidad para nuestra provincia.

Los especialistas ya han demostrado fehacientemente, y bien que nos alegra este pronunciamiento tan contundente, el carácter internacional de la Catedral, que fue uno de los argumentos que puso en cuestión la Unesco en un informe sobre el expediente, que no nos convenció en absoluto y que el tiempo viene a demostrar que tuvo muchas lagunas y que más bien daba la impresión de que desde el principio no se quiso atender esta legítima demanda de Jaén, motivo por el que tenemos el deber de insistir al menos para que se haga justicia y no se den por verdaderos supuestos que no son ciertos.

En parte traemos este asunto a colación en el día de hoy por la alegría andaluza tan comentada en las últimas fechas de la declaración de Medina Azahara. Nunca hay que establecer comparaciones, el conjunto arqueológico de la ciudad califal es simplemente excepcional, proporciona unos conocimientos extraordinarios de la civilización de Al-Ándalus, en especial de la civilización omeya, durante el siglo X en la Península Ibérica, por tanto chapó y felicitaciones por esta declaración. Ahora bien, si de algo nos sentimos muy dolidos los jienenses es por el entusiasmo que desde el primer momento puso la Junta para apoyar la declaración para Medina Azahara, creando una gran campaña de promoción en la que demandaba el respaldo social, entre otras acciones, es decir, se ha involucrado por entero y esto ha tenido mucho que ver con el resultado final, sin duda, de acuerdo por cierto con el Gobierno central.  

En el caso de Jaén nunca mostró parecido interés, ni por asomo, respecto a nuestra Catedral, su apoyo fue siempre escaso, y ya es mucho reconocerle, y las respectivas consejeras de Cultura del gobierno andaluz pasaron muy de largo por la reivindicación jienense. Esto sí tenemos que reprocharlo con toda contundencia, porque con esas varas de medir Jaén siempre ha salido perdiendo, ni un mínimo de cariño sentimos por parte de la Junta, ni de publicidad, de sensibilidad y de cercanía con la seo jienense, no digamos ya en el capítulo de inversiones para mejorar el entorno. Lamentablemente y a las pruebas me remito, para el poder andaluz hay dos Andalucías y nosotros estamos en “la otra”, la menos beneficiada.

De vez en cuando los portales de viajes en internet, nos recuerdan que en Jaén tenemos una de las catedrales más bellas de España. No es la primera vez que ocurre y el monumento jienense siempre se queda entre la selección de los más admirados y reconocidos. A nosotros nos llegan los ecos y se llenan de “me gusta” y de “compartir” las redes sociales, pero ahí se queda la cosa, desde hace unos años, exactamente cuando nos llegó el jarro de agua fría de la Unesco, negando en ese momento la declaración como Patrimonio de la Humanidad, parece que nos olvidamos de ese sueño y al más puro “estilo Jaén” todo hace indicar que en la consideración popular le dimos carpetazo al asunto. No digamos el Jaén oficial que cuando actúa es tantas veces por la presión ciudadana, y como normalmente es tan elemental, aquí no se mueve nada y cualquier iniciativa se viene abajo lenta pero inexorablemente.

Por lo demás lo lógico sería que estuviera funcionando una comisión de trabajo de manera permanente, como la hubo en su momento, y que se hicieran propuestas, se llevara a cabo una continuada movilización de colectivos e ideas, todo lo que pudiera surgir con tal de ir alimentando una ilusión, sobre todo porque muchos pensamos que objetivamente hay razones de sobra para que la Catedral sea Patrimonio de la Humanidad, y hay muchos expertos de gran categoría que han calificado a nuestro gran monumento como una “pieza espléndida”. Muchos visitantes al conocerla se quedan asombrados al comprobar que en Jaén, donde seguramente no se lo esperaban, hay una Catedral tan majestuosa.

La catedral de Jaén es una de las cuatro catedrales del Renacimiento que se levantaron en Andalucía Oriental tras la conquista del reino nazarí de Granada, y se viene considerando por la historiografía artística como la más perfecta plasmación de un tipo arquitectónico que responde al ideal estético de los templos catedralicios defendido en la España del siglo XVI, que en este caso se mantiene de forma sorprendente en sus líneas estructurales hasta el final de su conclusión, dos siglos después de haberse comenzado. Tiene su correlato con las catedrales realizadas en América, a partir del siglo XVI, por lo que se vienen realizando estudios comparativos acerca del viejo debate planteado por los historiadores sobre la transposición del modelo hispano a Ultramar.

Dicho esto, cualquier comisario que pudiera venir a visitarnos, como en su día lo hizo el no muy bien recordado señor Pierre Coullaut, el evaluador de nuestro desengaño, tendría que advertir como primera providencia, el entusiasmo colectivo como absolutamente imprescindible para que se haga realidad el objetivo, aparte, claro está, de cuidar el entorno de una vez por todas, que por unas razones o por otras sigue estando deplorable. Dicho de otro modo, esto hay que trabajarlo, ser declarada Patrimonio de la Humanidad exige un planteamiento y una imagen. Sería triste que se desvanezcan del todo los sueños. El escepticismo se ha contagiado, y muchos destacados agentes que antes se felicitaban por la buena nueva, son ahora del gremio de los pesimistas, y con desgana ninguna empresa es posible. No hay mejor manera de vencer la desidia que con la acción y el compromiso, con protagonismos solventes que pueden colaborar en esta tarea y sacarnos a todos los castañas del fuego. En lo que estaremos de acuerdo es en que Jaén necesita este tipo de satisfacciones para alimentar su orgullo y autoestima, que siguen estando en horas bajas.

En resumen, lamento que estemos faltos de una infraestructura aunque sea mínima que soliviante a la ciudad con iniciativas, con un programa de actividades, con artículos, conferencias, encuentros populares, con la implicación de los colectivos más dinámicos, que los hay, en definitiva con el compromiso de no bajar la guardia ni un solo instante hasta que se vuelva a pedir de nuevo formalmente el pronunciamiento de la UNESCO. Si no somos capaces de actuar con el empeño de perseguir este anhelo, lo mejor es que desistamos, porque de esta manera nunca lo conseguiremos.

Nunca nos perdonaríamos no intentarlo. Si nos sirve de algo, miremos hacia las dos ciudades renacentistas jienenses que por ser Patrimonio de la Humanidad se han puesto en el escaparate y es un placer comprobar el cambio que han experimentado. Esto es lo que queremos para Jaén.

ADEMÁS…Ha llamado mucho la atención la declaración del secretario general de los socialistas, Francisco Reyes, aprovechando la reunión de su ejecutiva provincial, en el sentido de que piensa pedir al Gobierno de Madrid de Pedro Sánchez exactamente las mismas demandas que le hacía al ejecutivo de Mariano Rajoy, aunque añade que los temas se abordarán “con más ilusión sabiendo que hay un gobierno amigo que nos va a echar una mano”. Pues si lo hace se merecerá el respeto por ello, porque hay que empezar a demostrar coherencia en las esferas políticas, donde está tan ausente… A todo esto el paro registrado en junio ha bajado en 993 personas y ahora se sitúa en 50.357 trabajadores. No es mucho, pero entra dentro de lo previsible en estas fechas del año, con el especial tirón del sector servicios que está en su temporada alta. En política, concretamente en la especie de primarias que ha montado el PP con sus candidatos a la presidencia del partido, mañana es el día clave de la elección. Los seguidores de Soraya Sáenz de Santamaría en Jaén, que parece que son bastantes, han echado de menos su presencia, como sí lo hicieron Margallo, Cospedal y Pablo Casado, éste último acompañado del mismísimo alcalde, Javier Mçarquez. En esta guerra cada cual se ha decantado por una opción diferente, por una vez en el PP no se ha respirado uniformidad, lo cual de entrada es bastante saludable. 

En cuanto a los incidentes del fin de semana en el barrio de Santa Isabel, es de esperar que las aguas vuelvan a su cauce. Está muy bien que el movimiento vecinal reivindique y sea contundente, porque es parte de su papel, lo que no puede tolerarse bajo ningún concepto es que se pierdan las formas y se haga una encerrona al alcalde, porque eso jamás podrá justificarse. Este conflicto entre Ayuntamiento y barrio a causa del centro social tendría que estar ya más que resuelto porque efectivamente es vergonzoso que una instalación terminada hace años esté abandonada, no sirva para lo que se creó y dé una imagen deplorable, a cada cual lo suyo. Pero hay que reconducir este asunto, bastantes problemas existen ya en la ciudad para que ahora en lugar de resolver las situaciones complicadas con diálogo empecemos a tirarnos los trastos a la cabeza. Y por lo que se refiere a la Plaza del Deán Mazas, más de lo mismo, al Consistorio le va a costar trabajo sacar este proyecto adelante, se ha enquistado y no va a ser fácil. Tengo la impresión de que ambas posiciones, las del Ayuntamiento y las de todos los que se están expresando en contra, tienen algo de razón y algo de mantenella y no enmendalla. Cuando el consenso fracasa todo es posible.

 

 

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