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Uno de los hechos más importantes de este ya pasado año en Jaén ha sido la apertura del Museo Íbero tras su inauguración el 11 de diciembre de 2017, aunque han tenido que pasar 20 años de la vida de Jaén para que asistamos a esta buena nueva. 20 años es mucho tiempo, pero por esa media vamos en la consecución de logros importantes. Más que hacer un balance del año que termina, he querido mirar el tiempo con perspectiva, por ejemplo los citados veinte años, para dejar constancia de que el caminar de Jaén es lento y que se precisa con urgencia un revulsivo. Pues eso, se empezó a reivindicar un Museo Íbero y ha sido ahora cuando lo tenemos abierto, pero es un aperitivo porque al parecer en la larga espera no ha habido tiempo para terminar el proyecto museográfico. Nos queda la esperanza de que va a ser uno de los grandes museos de Andalucía y singular por único.

En los últimos veinte años la Junta, que se supone ahora va a cambiar de manos, veremos si para bien o para mal, ojalá que sea lo primero por el propio bien de esta tierra, ha sido cicatera, nos hizo un teatro y ¡¡¡un tranvía!!! que se encuentra terminado y en cocheras desde el año 2011. Tras una historia de desencuentros entre las administraciones, la Junta que construyó el sistema tranviario y el Ayuntamiento que debe explotarlo, nos prometieron que lo veríamos circular en el año recién terminado. Costaba creerlo, no sé si porque yo soy muy escéptico o porque los actores tienen a estas alturas escaso crédito político. El gran fiasco del año, dos versiones distintas sobre un mismo tema y la política que cuando se mete de por medio más que buscar soluciones se convierte en “el problema” y tengo la impresión de que ha sido el caso.

Hace 20 años la llamada capital del Santo Reino sumaba 107.184 habitantes, cuando era nuestro alcalde un personaje tan popular como Alfonso Sánchez Herrera, al tiempo que Felipe López regía la Diputación Provincial y Manuel Chaves llevaba ya casi diez años al frente de la Junta de Andalucía con su fiel escudero Gaspar Zarrías como consejero de la Presidencia y estaban en todo su esplendor los “viernes de Zarrías”, con la cohorte que le acompañaba en sus periplos por tierras jienenses. Chaves es aquel personaje que retó a Jaén, que puso sobre la mesa cheques en blanco para sacar a Jaén del pozo, pero que nunca llegó a hacerlos efectivos… Por descontado que ya llevaba mucho tiempo Gabino Puche puesto en el escaparate como diputado en el Congreso, parece que cuando nació la matrona debió decirle a su madre, “ha tenido usted un diputado o un político”… Por esa época era diputada socialista por Jaén la ínclita María Teresa Fernández de la Vega, la que iba a traernos la estación intermodal y la cesión del edificio del Banco de España, y se quedó en simple palabrería, blablablá. La iliturgitana Micaela Navarro es una de las supervivientes de aquella etapa, ya ha acumulado bastantes trienios, y lo que te rondaré…

Hace 20 años, ya llevábamos cinco ejercicios experimentando con la flamante Universidad de Jaén, liderada en aquel primer momento por el providencial Luis Parras, y en mi opinión lo mejor que le ha ocurrido a esta tierra desde al menos desde los Reyes Católicos hasta hoy, porque con el tiempo, aún es muy joven, puede ser la que haga posible el cambio mental y material que debe operarse en Jaén. También se ponía en marcha una de las apuestas más ambiciosas de cara a la promoción de la provincia, su marca “Jaén, Paraíso Interior”, que ha sido el gran banderín de enganche a la hora de hacer valer las grandes fortalezas de Jaén. En cuanto al intento de conseguir para la Catedral la declaración de Patrimonio de la Humanidad, se resolvió negativamente por la Unesco hace varios años y todavía no se ha vuelto a plantear una ofensiva con mayor contundencia y a la vista de nuevas aportaciones que se pueden hacer valer en su favor.

En el ámbito ciudadano durante este trayecto vimos ir creciendo la zona del Bulevar, con ese gran espacio verde que ha sido uno de los mejores logros. Y ahora estamos expectantes, con la puesta en marcha del proceso de peatonalización, que ya está funcionando o a medio gas, en el que llevamos un considerable retraso, claro que es difícil olvidar que el anterior alcalde, Fernández de Moya, en contra de lo que se estaba haciendo en todas las grandes ciudades del mundo, echó el freno en Jaén, por simple cuestión política, quiero decir de enfrentamiento, y en otra sonora equivocación condenó a esta capital al aplazamiento de una medida a la que el sentido común ha obligado a retornar. La peatonalización no es una panacea, y en efecto debe acompañarse de medidas para evitar situaciones no deseables, pero lo que ha funcionado en las grandes urbes que quieren conservar su casco histórico y hacer ciudades más amables, tiene que prosperar en Jaén, y el alcalde, Javier Márquez, lo sabe. Y hay que vencer resistencias, en todos sitios ha ocurrido de igual forma.

En términos generales no están ya las ciudades para perder más el tiempo, y, por fortuna, esta ciudad se está poniendo las pilas, con respuestas que han emanado primero de un movimiento vecinal mucho más exigente, hasta que ha nacido la plataforma ciudadana “Jaén Merece Más”, que ha llamado a la sociedad a espabilar porque el sueño nos ha durado demasiado tiempo. El caso es que alegra al fin que la responsabilidad colectiva sume fuerzas y de que en esta plataforma haya entusiasmo, pasión ciudadana, y sobre todo, ganas de restituir la dignidad que a Jaén le corresponde…

De todos los problemas como actualmente tenemos en Jaén, el que más indigna es el de las cifras de paro, con alrededor de 10.000 personas en desempleo permanente en la ciudad que llevan años exigiendo soluciones. Y además somos una capital andaluza que lleva varios años consecutivos perdiendo población, y esto es sintomático de que algo ocurre y de que las respuestas de futuro no llegan. A 1 de enero de 2019, la población va ya por 113.457 habitantes, casi 800 menos que el año anterior, y todos los años se sigue rebajando… Junto a este dato desesperanzador, nos tiene que preocupar el grave problema del desempleo juvenil y la fuga de talentos, cada vez más evidente. Esta ciudad sigue siendo un páramo industrial, y no podemos fiarlo casi todo al olivar, necesitamos empresas, un tejido empresarial que sea motor de desarrollo… Padecemos unas pésimas comunicaciones más propias del siglo pasado. Llevamos muchos años de espaldas al tren, con el dato ya conocido de que en 25 años se han perdido el 90% de los servicios que había, y hasta ahora las fuerzas vivas parecían no haberse dado cuenta. Lo mismo se puede decir de las comunicaciones por carretera, donde entrar en territorio jienense parece un punto y aparte. Las administraciones, Gobierno de Madrid y Junta, se muestran rácanas con Jaén.

En fin, estamos pendientes de que no roben más al olivar de Jaén, cuyo paisaje, y habrá que insistir en ello, confiamos ver declarado algún día Patrimonio Mundial,  más que merecido y también trabajado, y de una OCM de cara a 2020 que empieza a ser una incógnita, aunque parece que viene de rebajas; cómo no, esperamos que al fin  haya sensibilidad, como ha ocurrido con el Museo Íbero, en poner toda la riqueza arqueológica en el escaparate y hacerla visible para que nos sintamos orgullosos de lo que somos en la historia, sobre todo tras tener que recordarnos desde fuera, con un buenísimo reportaje de National Geographic, dónde está enterrado el origen de nuestra ciudad, Marroquíes Bajos, y el papel que nos corresponde como pueblo.

Y luego está la situación económica ruinosa del Ayuntamiento, a estas alturas seguimos sin aclararnos con total transparencia, porque no sabemos si la deuda es de 500, de 700 millones de euros, o aún mayor. Lo cierto es que han condenado al Ayuntamiento a pasar muchos años en precario, dicho con palabras generosas, para pagar excesos de gobernantes irresponsables y sálvese quien pueda. Como siempre son los ciudadanos los que pagan la barra libre de la mala cosecha de políticos que ha habido que soportar en todos los colores posibles del espectro ideológico, que además se han ido de rositas. El actual alcalde, Javier Márquez, ha asumido un papel en el que trata de proyectar una imagen de normalidad para que el desánimo no cunda entre los jienenses y en parte hay que reconocer que lo ha conseguido, si bien la oposición le critica con dureza. A veces se olvida que en la cuantiosa deuda han contribuido todos los gobiernos de un tiempo a esta parte y que Márquez ha heredado este desagradable marrón y le toca dar la cara por sus posibles culpas, pero también por las de todos los demás.

Veinte años, que según el tango de Gardel no son nada, en cambio echando la vista atrás, dan para mucho, aunque sea para lastimar nuestra memoria henchida de decepciones, porque hemos visto, año tras año, día tras día, que se dejaba un tanto huérfano a este diamante en bruto que es nuestra ciudad, porque teniendo un poco de todo, casi de todo le falta, y es porque ni ha tenido políticos con coraje dispuestos a batirse el cobre por este pueblo, al tiempo que los ciudadanos han tardado en despertar a esa llamada a la rebeldía cívica que tanto molesta a los acomodados gobernantes porque les impide manejar las hojas de ruta a su antojo. El caminar de Jaén, insisto en ello, sigue siendo lento, muy lento, y nos hace falta un gran revulsivo para levantar la cabeza y mejorar las expectativas. En fin, no vamos a verlo todo de color negro, en 20 años hemos cambiado, ya lo creo que hemos cambiado, también para mejor, no caigamos del todo en el pesimismo militante, aunque no nos falten motivos. El tiempo, la experiencia vivida, nos ha hecho recios y fuertes. Se han podido caer muchos mitos y sueños, es cierto, pero frente a la resignación y a la desesperanza, hay que mantener siempre la ilusión intacta y el sueño de ver un futuro Jaén más a nuestro gusto. Tenemos un año por delante, veremos qué tal se porta este 2019.

 

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