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Nos encontramos aún en la primera semana de confinamiento por el estado de alarma, y todo hace indicar que nos espera aún un trecho significativo, de modo que más vale armarse de paciencia. Nos hemos dado de bruces, sin comerlo ni beberlo, por causas que tal vez algún día puedan ser explicadas en toda su extensión, con una pandemia que hace estragos allí por donde ha pasado, porque, es cierto, y nos lo hacen ver los expertos con un admirable lenguaje pedagógico, que es como si fuera una gripe más, pero desde que empezaron sus efectos hace unos meses en China, nos ha dado tiempo a conocer que tiene consecuencias devastadoras porque contrariamente a otros virus conocidos por el gran público, este COVID 19 se contagia con una facilidad asombrosa, razón por la cual exige estar muy alertas.

El coronavirus hace historia. Viene a protagonizar lo que puede ser la plaga del siglo, nuestros hijos y nietos tienen un relato que contar a nuevas generaciones. Por eso como en otras grandes adversidades de todos los tiempos, un emblema tan nuestro como la reliquia del Santo Rostro, se ha sumado desde la Catedral para enviar la bendición y un mensaje de esperanza y de ánimo a todo Jaén, pero sobre todo a los enfermos. Nos ha cambiado la vida, tan organizada, tan milimetrada, y de pronto hemos tenido que enfrentarnos a un problema grave, como diría Benedetti, cuando creíamos que teníamos todas las respuestas de pronto nos cambian todas las preguntas. Al principio nos parecía que quedaba lejos y que no iba con nosotros, después entró en nuestra vida de manera abrupta, agresiva, y ya estamos en un pico muy elevado de casos en el territorio nacional y aún con la certeza, siempre según los expertos, de que en dos semanas no será suficiente para iniciar la cuenta atrás camino de la ansiada normalidad. Cuando eso ocurra habrá cambiado nuestra percepción de las cosas, a lo mejor esta triste experiencia provoca un revulsivo, pero nada será igual entonces. 

Cada cual sobrelleva como puede este tiempo tan especial que nos ha tocado vivir. Chapó a la actitud de los ciudadanos, y ahora me refiero a nuestro entorno inmediato, Jaén y la provincia, que salvo excepciones que siempre tienen que darse, porque forma parte de la condición humana, responde con una actitud de prudencia y acatamiento a las normas establecidas por las autoridades.

De esta terrible pesadilla lo que a todos nos preocupa es la salud de las personas afectadas. En eso es en lo que en primer término hay que poner el acento. No es casual que la gente haya salido significativamente a los balcones y ventanas a aplaudir el trabajo abnegado de los profesionales sanitarios, que se han entregado en cuerpo y alma a combatir la pandemia, que, en el caso de la provincia de Jaén, aunque oficialmente los datos de contagiados no sea espectacular a juzgar por la estadística que se va ofreciendo (77 positivos a día de hoy), no por ello el trabajo deja de ser agotador porque no se trata solamente de confirmar los positivos, sino asumir a diario la realidad de cada paciente con sus circunstancias, unos en la UCI, otros en casa, muchos a la espera de los test, algunos por desgracia, por patologías complementarias, en estado grave, y lamentablemente algunas muertes. Contamos los casos, nos obsesionan las cifras, no queremos que el dichoso bicho se haga fuerte entre nosotros. Claro que además de aplausos, los hospitales andaluces y jienenses precisan medios que no se pueden regatear, por ejemplo mascarillas, y ahí está obligada la respuesta urgente del Ministerio de Sanidad. Por su parte la Junta ha decidido incorporar a casi medio centenar de profesionales para reforzar la atención sanitaria en nuestro ámbito. Es una prioridad.

Me sumo, ya lo he hecho varias veces en el balcón de mi casa, al reconocimiento de admiración que merecen los profesionales de la sanidad, que son nuestros héroes de ahora mismo. Y lo hago extensivo a todos los servidores públicos y colectivos que en estas circunstancias tan difíciles están prestando un servicio impagable que demuestra la fortaleza de nuestra sociedad, en una situación inédita. Hoy hemos sumado el esfuerzo de la emblemática y admirada UME, Unidad Militar de Emergencias, toda una garantía, que se han marchado esta misma tarde después de haber hecho un trabajo minucioso en lugares estratégicos como las estaciones de tren y autobuses, entre otras zonas, y el Ayuntamiento de Jaén por su parte, implicado con otras medidas de apoyo ciudadano, se ocupa estos días de una limpieza a fondo de espacios públicos.

No se puede obviar que esta pandemia hace estragos en la economía nacional, y, lo que hoy más nos aterra son sus consecuencias y la incertidumbre en nuestra provincia de Jaén. Con independencia de los apoyos que están anunciando las administraciones estatal y andaluza, como esos 200.000 millones que el Gobierno central ha dicho poner sobra la mesa, absolutamente imprescindibles para ayudar a salir de este pozo, nos debe inquietar cómo va a quedar el tejido productivo, el mundo de la empresa, en una provincia tan castigada y en la que ya podemos aventurar el peor pronóstico para el desempleo. Las administraciones tienen la obligación de responder de manera contundente al drama económico y ya veremos si todos los compromisos son reales y en qué condiciones se producen. Al conocer que una empresa emblemática, la más importante de la provincia, Valeo en Martos, anuncia un ERTE, afectada por la coyuntura internacional, ya nos da idea de cómo de severa es la situación.

Siento que lo mismo que a Jaén le costó más que a otros territorios salir de la crisis económica, ahora puede suceder igual, por una razón elemental, tiene menos defensas, menos fortalezas. Hace falta mucha ayuda y espero que exista altura de miras en ofrecerla. Me preocupa Jaén, porque el coronavirus puede ser la puntilla, con el problema del aceite que sigue pendiente, con una ITI que Dios sabe qué va a pasar con ella, y la pandemia le va a echar el freno a todo, porque aparte de salvar vidas, que es lo primero, hay que reflotar al país y lo que más nos duele, salir al rescate de Jaén. Es el momento de transmitir ánimo a todos los que día a día se juegan su dinero y su esfuerzo por hacer más grande a esta provincia, empresarios en general y los sufridos autónomos, el gran motor de nuestra economía particular. Ya me gustaría, porque se lo merecen, poder nombrarlos a todos.

Por lo demás, qué le vamos a hacer, nos quedamos sin procesiones de Semana Santa, con lo que eso significa para Jaén y para un sector tan singular como es la hostelería, sufridor en todas las crisis, con el cierre ya de 64 hoteles. Nos quedamos sin el Premio Jaén de Piano, y sin otras citas. Es el mal menor en la desesperación. Hay acontecimientos que se pueden recuperar si no este año el que viene, pero ahora de lo que se trata es de superar el delicado momento, aguantar dos, tres o cuatro semanas, lo que sea. Vamos a tener mucho tiempo en casa para pensar, los que estén en esta situación, entiendo que los más, y me incluyo, hemos de hacer un ejercicio constructivo. No estoy por el alarmismo, tampoco recomiendo la pasividad, sugiero la mesura, la responsabilidad y la solidaridad, vamos a remar en el mismo sentido. Vamos a llevar la cruz entre todos. Aprendamos la lección, que no es fácil ni agradable. Quiero asirme a una frase de la escritora María Dueñas: “La vida nos tumba muchas veces, pero hay segundas oportunidades y lo mejor está por llegar”. Me apunto a la legión de españoles y jienenses que ya han decidido: #TodoIráBien,  #YoMequedoEncasa y #EsteVirusLoVamosAPararUnidos.

(Este comentario ha sido emitido al mediodía en la programación de Onda Cero Jaén, como cada miércoles)

  

Foto: Los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) se han marchado esta tarde de Jaén después de prestar sus servicios. (Foto REVISTA TODOJAÉN)

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